Nº 25 por Mª Paz Utiel
SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO
San Alfonso nació cerca de Nápoles en 1696. El padre de Alfonso deseaba que su primogénito recibiese una educación muy esmerada y le nombró tutores desde muy niño. Empezó a estudiar jurisprudencia a los trece años y a los dieciséis, por privilegio especial, pudo presentar en la Universidad de Nápoles el examen de doctorado en derecho civil y canónico y obtuvo el título por aclamación. Una leyenda afirma que Alfonso no perdió un solo caso en los ocho años que ejerció la abogacía. En 1717 Don José arregló el matrimonio para su hijo, pero la boda no llegó a celebrarse. Alfonso siguió trabajando como hasta entonces. Durante un par de años el joven se resfrió un tanto en su vida religiosa y concibió cierto gusto por la vida social, aunque conservó siempre el propósito de no cometer un solo pecado mortal. Alfonso era muy afecto a oír música en el teatro, pero además se presentaban ahí otros espectáculos indecorosos. Para evitarlos, como Alfonso era muy miope, le bastaba quitarse los anteojos cuando se levantaba el telón, oír la buena música y no ver el mal espectáculo. En la cuaresma de 1722 hizo un retiro en el convento de los lazaristas; ello y la recepción del sacramento de la confirmación en el otoño del mismo año reavivaron su fervor de suerte que, en la cuaresma del año siguiente el joven hizo voto de virginidad y de abandonar el ejercicio de su profesión en cuanto comprendiese que Dios se lo pedía. Pocos meses más tarde Dios manifestó claramente su voluntad.
Después de hacer los estudios sacerdotales fue ordenado en 1726. Pasó los dos años siguientes en trabajos de misión en el reino de Nápoles donde dejó huella. En los comienzos del siglo XVIII se exageró en el púlpito la tendencia renacentista a la oratoria ampulosa y florida y en el confesionario el rigorismo jansenista. El padre Alfonso se rebeló contra ambas tendencias. Predicaba con tal sencillez que alguien observó: «Es un placer escuchar vuestros sermones porque os olvidáis de vos para predicar a Jesucristo».
Fuente:
http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?idu=2666
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