lunes, 11 de abril de 2016

Nº 15 El camino de la vida: Ser santo o no ser santo... esa es la cuestión (I)


Nº 15 por Alfonso González, médico de familia.
SER SANTO O NO SER SANTO... ESA ES LA CUESTIÓN (I)

Y aprovechando la disyuntiva conocida de Shakespeare, podemos decir sin miedo a equivocarnos que es ciertamente la única cuestión

Cristo en el Evangelio no dijo, sean grandes arquitectos, o grandes periodistas, o maravillosos jugadores de fútbol,... dijo "Sed Perfectos como vuestro Padre Celestial es perfecto" y "amaos los unos a los otros como yo os he amado". Cristo manda ser perfectos y que amemos con su mismo Amor. Evidentemente que la santidad de vida implica la diligencia y mayor perfección en todos los campos de la vida, también en el terreno profesional, claro está. 


No podemos dudar, que cuando Cristo manda una cosa, da la gracia para ella, por eso nadie puede decir que es imposible... porque contamos con la gracia de Dios. 

Y llegados a este punto vamos a intentar dar luz sobre en qué consiste la santidad, ¿Qué significa ser santo? 

La Sagrada Escritura, los Santos Padres, nuestra Madre la Iglesia lo ha recogido en sus documentos, y ahora recopilamos algunas, diversas fórmulas para explicarla, pero todos coinciden en lo sustancial, son distintas formas de decir lo mismo. 
Vamos con algunas, las principales y creemos que también claras. 

1ª La santidad consiste en la plena configuración con Cristo, en nuestra plena cristificación. San Pablo insiste en sus cartas de forma incansable. 

2º La santidad no es otra cosa que la perfección de la caridad, o sea en la perfecta unión con Dios por el amor, y el amor al prójimo por amor a Dios. Es la definición empleada por Santo Tomás de Aquino. 

3ª La santidad consiste en vivir de una manera cada vez más plena el misterio de la inhabitación trinitaria de nuestras almas, es San Juan de la Cruz y los grandes místicos los que desarrollan y explican esta formulación. 

4ª La santidad consiste en la perfecta identificación de nuestra voluntad humana con la voluntad de Dios, será Santa Teresa la que haga recaer la santidad en la búsqueda de la voluntad de Dios, e identificación con ella.


Y una vez que tenemos una idea clara de en qué consiste la santidad, el segundo paso es hacernos conscientes de que para ser verdaderamente cristiano es imprescindible aspirar seriamente a la más auténtica y genuina santidad cristiana. Dios "no nos quiere buenos", nos quiere santos

Y como el Señor no pide imposibles, y con su gracia no los hay, creo que se puede decir que podemos y debemos ser santos, con la gracia de Dios...es más, la dicha de nuestra vida está en la búsqueda sincera de la santidad que Dios ha querido para cada uno de nosotros. 

Estamos, por lo tanto, obligados a aspirar con deseo y determinación leal y sincera, siempre contando con la gracia de Dios hacia la santidad. El cristiano que conociendo la obligación de aspirar a la santidad se encogiera de hombros y no hiciera todo lo que está en su mano faltaría a un mandato del Señor, porque existe un llamamiento universal a la santidad que afecta a cada uno de los cristianos, y que evidentemente consta así en el Evangelio, siendo el mismo Cristo personalmente en que dirige a todos sus discípulos sin excepción las palabras "Sed perfectos como vuestro Padre Celestial es perfecto" (Mt. 5, 48), como ya hemos dicho. Esta exigencia no es sino una manifestación de primer y más importante mandamiento de la ley de Dios, que nos obliga a amarle "con todo el corazón, toda el alma, con toda la mente y con todas las fuerzas". El llamamiento universal a la santidad consta expresamente en el Evangelio y no admite la menor duda. 

Y si nuestra madre la Iglesia siempre nos lo ha recordado, es magistral la doctrina que en la Constitución Lumen Gentium nos enseña sobre la misma. 

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