“¿Por qué andar corriendo por las
alturas del firmamento y por los abismos de la tierra en busca de Aquel que
mora en nosotros?”.
(San Agustín, Tratado sobre la Trinidad 8, 17)
“Ahora bien, mientras nuestra
mente estuviere disipada en imágenes carnales, jamás será capaz de contemplar…,
porque la ciegan tantos obstáculos cuantos son los pensamientos que la traen y
la llevan. Por tanto, el primer escalón para que el alma llegue a contemplar la
naturaleza invisible de Dios es recogerse en sí misma”.
(San Gregorio Magno, Homilías sobre el
profeta Ezequiel 2, 5)
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