miércoles, 19 de abril de 2017

El camino de la vida


Por Alfonso González, médico de familia


VIVIR DE VERDAD: APRENDIENDO MATEMÁTICAS (segunda parte)

Hemos de hacer nuestras estas reglas aritméticas:


Multiplica siempre que se pueda. Pero, ¿cómo se hace esto? Esto se hace no solo haciendo el bien, sino comunicándolo, sobre todo comunicar todo lo que otros hacen bien, con alegría y con sencillez, alegrándose sinceramente de todas las cosas buenas que se siembran y realizan. 


Jamás dividas.- Hay dos acciones incomprensibles que conviene desterrar siempre de nuestra compañía: la murmuración y la difamación, que suelen ser hijas de la envidia

Todos conocemos las expresiones "pico de oro", "lengua como espadas" o "lenguas de víbora". Lejos todas las personas que pasan por la vida rompiendo y dividiendo, sembrando por todas partes recelos y sombras. Despreciable por cobarde es la conducta de aquellos que, apoyándose en medias verdades, llevan su palabra de grupo en grupo, de alma a alma para sembrar en cada una el recelo contra la otra, dividiendo amistades y sembrando discordias. Se ha dicho acertadamente que la difamación y la murmuración son la venganza de los cobardes. Nunca jamás hagamos oídos a quien venga a comentarnos defectos del prójimo; hablar bien o no hablar, es la regla…, y si algo hay que decir, que sea a quien corresponda según la adecuada corrección fraterna como enseña el Evangelio. 

Y aunque no nos detendremos, los temas son tan fundamentales que requieren un capítulo para ellos, diremos que la envidia es destructiva y destructora. Una persona que consiente en los sentimientos de envidia, se destruye así misma en primer lugar y destruye todo lo que toca… 

Desterremos de nuestras vidas los sembradores de cizaña, personas que se rebajan en primer lugar. Creo que todos tenemos la experiencia de ver cómo, cuando la murmuración o la envidia entra en la vida de una persona, la tristeza del egoísmo o incluso la maledicencia se adueñan de su ser… Son como rémoras que pesados caminan por la vida con el único objetivo de hacer infelices a los demás, de destruir, preocupados en lo que otros hagan o dejen de hacer…, y a lo mejor sin ser conscientes, viven desquiciados, destruyendo su vida, y la de las personas que las rodean. La envidia convierte a la persona en infeliz y amargada, y su compañía es un “purgatorio” en la tierra. 


Pero como no es bueno acabar con un agridulce sabor de boca, acabaremos diciendo que el secreto para emplear adecuadamente las cuatro operación matemáticas, no es otros que “saber mirar”..., porque “Saber mirar es saber amar”…; pero como de esto, con la gracia de Dios hablaremos otro día, aquí lo dejamos…

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