Cuidados paliativos y encarnizamiento terapéutico
La batalla en contra de la eutanasia empieza por llamar a cada cosa por su nombre.
Una de las características de la cultura de la muerte es la de confundir a la opinión pública por medio de eufemismos, utilizando palabras que hacen que realidades como el aborto o la eutanasia no parezcan tan crueles. Por ello uno de nuestros objetivo en este artículo va a ser aclarar algunos términos:
Eutanasia ¿buena muerte?
La palabra “eutanasia” a lo largo de los tiempos ha significado realidades muy diferentes. Etimológicamente, eutanasia (del griego “eu”, bien, “Thánatos”, muerte) no significa otra cosa que buena muerte. Sin embargo, esta palabra ha adquirido desde antiguo otro sentido, algo más específico: procurar la muerte sin dolor a quienes sufren. Aun así esta definición es muy ambigua ya que puede significar desde acabar con la vida de una persona que pensamos que vive una vida que llaman “indigna” hasta procurar que los enfermos terminales reciban los cuidados adecuados para minimizar el dolor y el sufrimiento.
Hoy, más estrictamente, se entiende por eutanasia el llamado homicidio por compasión, es decir, el causar la muerte de otro por falsa piedad ante su sufrimiento o atendiendo a su deseo de morir por las razones que fuere.
Encarnizamiento terapéutico
Se define así la actitud del médico que, ante la certeza moral que le dan sus conocimientos de que los tratamientos de cualquier naturaleza ya no proporcionan beneficio al enfermo y sólo sirven para prolongar su agonía inútilmente, se obstina en continuar el tratamiento y no deja que la naturaleza siga su curso. En estos casos hay que conformarse con los remedios ordinarios que la Medicina nos puede ofrecer y no aplicar tratamientos para prolongar inútilmente la agonía.
Cuidados paliativos
Son aquellos que se proporcionan al enfermo terminal y a su entorno atendiendo a las necesidades físicas, psíquicas, sociales y espirituales de los últimos momentos de su vida. Todas las acciones de la Medicina Paliativa van destinadas a conseguir e incluso aumentar la paz y el sosiego del paciente y su familia ante la realidad de una muerte inminente. En los equipos de cuidados paliativos participan no sólo médicos y enfermeras, también trabajadores sociales, voluntarios, capellanes,…
La Medicina Paliativa entiende que la muerte es una fase más en la vida del ser humano, y la acepta, sin empañarse en aplicar remedios desproporcionados que sólo servirían para alargar la agonía del moribundo.
Dentro de las necesidades físicas destaca el tratamiento del dolor, aún a costa de que los analgésicos puedan acortar la vida del paciente, siempre y cuando la muerte no sea buscada como fin. La medicina actual está capacitada para eliminar o al menos disminuir más del 95 % del dolor.
Entre las necesidades psíquicas es necesario tratar la depresión y la ansiedad cuando existen, y por supuesto hablar con el paciente. El silencio del personal sanitario y de los familiares ante una muerte inminente aumenta el miedo y el sufrimiento de un enfermo que, aunque todos se empeñen en ocultarselo, va viendo que cada día está peor y sospecha que su vida terrena va a terminar.
Dentro de las necesidades sociales hay que favorecer la aceptación por parte de la familia del pronto fallecimiento de ese ser querido, facilitar al enfermo resolver sus asuntos, paliar en la medida de lo posible la soledad,…
Y no nos podemos olvidar de las necesidades espirituales, la muerte es el momento en que cada hombre se va a presentar ante Dios para recibir el premio o el castigo eterno. No se puede dejar de proporcionar a los enfermos el sacramento de la Extremaunción por una malentendida compasión, que quiere evitar al paciente conocer su estado. Es una gran obra de misericordia facilitar a los enfermos la reconciliación con Dios antes de la muerte, cuando el enfermo goza aún de conciencia y una grave responsabilidad retrasarlo o incluso negárselo. Si alguna vez nos encontramos con un paciente moribundo, si no es posible contar con un sacerdote en poco tiempo, ayudémoslo al menos a confiar en la misericordia de Dios que siempre que se le pide perdón perdona y a esperar con paz e incluso alegría el momento del encuentro definitivo con nuestro Padre Dios.
La filosofía de los cuidados paliativos es muy distinta de la que predican los partidarios de la eutanasia. Los pacientes terminales acaban muriendo, y aunque los partidarios de la eutanasia hablan constantemente de esos casos, no son su verdadero objetivo. Su objetivo es más bien aquellos pacientes que se piensa que deben morir, pero que no mueren. Por lo general tales pacientes no sufren dolor y sus vidas no dependen de aparatos terapéuticos, pero son, según el juicio de muchos, una carga para la sociedad. Se trata de las personas con derrames cerebrales, esclerosis múltiple, daños cerebrales, tetrapléjicos, Alzheimer…
Los cuidados paliativos, en cambio, defienden que toda vida es digna, porque la dignidad no se consigue por las circunstancias en las que transcurre cada vida, sino por el hecho de ser un ser humano. Para ello en España están surgiendo Unidades de Cuidados Paliativos para ayudar de forma especializada a enfermos terminales y a sus familiares.
Derechos del enfermo moribundo:
El derecho a no sufrir inútilmente;
el derecho a que se respete la libertad de su conciencia;
el derecho a conocer la verdad de su situación;
el derecho a decidir sobre sí mismo y sobre las intervenciones a que se le haya de someter;
el derecho a mantener un diálogo confiado con los médicos, familiares, amigos y sucesores en el trabajo;
el derecho a recibir asistencia espiritual.
(Mercedes Ruiz Bermejo, Kerygma número 26)
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