martes, 9 de agosto de 2016

JMJ Chicas Cracovia 2016


JMJ CHICAS CRACOVIA 2016

Por Celia Rebate

"Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia"

Una Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) es, por sí sola, una experiencia gratificante de la que se esperan sacar abundantes frutos, pero esta vez, con la cercanía y autenticidad de las palabras del papa Francisco nos ha llenado de esperanza y de alegría con la que vivir nuestra vida cristiana: por una parte en nuestro interior, para poder entender lo que Dios quiere de nosotros como individuo, y también como comunidad; pero sobretodo de puertas hacia fuera, poniéndola en práctica en nuestro día a día sin miedo, en busca de un mundo mejor, porque como dijo el obispo de Santiago en una catequesis, es importante lo que creemos, pero mucho más lo que hacemos


El Papa Francisco nos habló de Jesús, de cómo su vida debe convertirse para nosotros en un ejemplo a seguir: Él, pudiendo hacer un ingreso triunfal entre los hombres como muestra de su omnipotencia entró entre nosotros de la manera más sencilla, nacido de mujer, ni siquiera en una posada como tantos otros sino en un humilde pajar, Así, contrariamente a lo que cabría esperar y quizás desearíamos, el Reino de Dios, ahora como entonces, no viene con ostentación, sino en la pequeñez, en la humildad... Pero al mismo tiempo hizo una afirmación tajante: Quien no vive para servir, no sirve para vivir, y que por tanto desde la pequeñez y la humildad debemos mirar a nuestro alrededor, con los ojos bien abiertos, para ver los problemas del mundo y entregarnos para buscar una solución, con actos concretos, mediante la paz y la fraternidad, con la ayuda de Jesús.
De ahí la importancia de dejar huella, de no ser jóvenes-sofá, según la expresión que él mismo usó, sin creernos el engaño que nos venden de que la felicidad se halla en lo fácil, en la comodidad del sofá, sino en rebelarse contra todos aquellos que dicen que las cosas no pueden cambiar, en encontrar en la misericordia el camino de una vida cristiana, que significa compromiso, confianza, apertura, hospitalidad, compasión, sueños... En este punto pienso que son las propias palabras del Papa hacia los jóvenes las que explican esto mejor que nadie:


La vida de hoy nos dice que es mucho más fácil fijar la atención en lo que nos divide, en lo que nos separa. Pretenden hacernos creer que encerrarnos es la mejor manera para protegernos de lo que nos hace mal. Hoy los adultos — nosotros, los adultos — necesitamos de vosotros, que nos enseñéis — como vosotros hacéis hoy — a convivir en la diversidad, en el diálogo, en compartir la multiculturalidad, no como una amenaza, sino como una oportunidad. Y vosotros sois una oportunidad para el futuro. Tened valentía para enseñarnos, tened la valentía de enseñarnos que es más fácil construir puentes que levantar muros. Necesitamos aprender esto. Y todos juntos pidamos que nos exijáis transitar por los caminos de la fraternidad. Que seáis vosotros nuestros acusadores cuando nosotros elegimos la vía de los muros, la vía de la enemistad, la vía de la guerra. Construir puentes: ¿Sabéis cuál es el primer puente que se ha de construir? Un puente que podemos realizarlo aquí y ahora: estrecharnos la mano, darnos la mano. Ánimo, hacedlo ahora. Construid este puente humano, daos la mano, todos: es el puente primordial, es el puente humano, es el primero, es el modelo. Siempre existe el riesgo — lo he dicho el otro día — de quedarse con la mano tendida, pero en la vida hay que arriesgar; quien no arriesga no triunfa. Con este puente, vayamos adelante. Levantad aquí este puente primordial: daos la mano. Gracias. Es el gran puente fraterno, y ojalá aprendan a hacerlo los grandes de este mundo… pero no para la fotografía — cuando se dan la mano y piensan en otra cosa — , sino para seguir construyendo puentes más y más grandes. Que este puente humano sea semilla de tantos otros; será una huella.

Conocer gente de todas partes del mundo ha sido también una parte muy provechosa de estos días, ya que vivían la fe de maneras muy diversas, sin ser por ello mejores o peores, unas más alegres, otras más serias, algunos en medio de conflictos políticos, otros con otro tipo de problemas...todas ellas igual de buenas. Además, la experiencia de estar rodeados por miles de personas procedentes de 185 países de mundo fue más que gratificante, el sentimiento de fraternidad que se vivía en esos momentos, independientemente de la cultura, del lugar, del color de la piel, pero unidos por un mismo pensamiento, por las ganas de un mundo mejor de la inmensa juventud de la Iglesia, por el deseo de escuchar juntos al Santo Padre, unidos por Jesús, que estaba presente entre nosotros, por el sentimiento de que los cristianos, ¡no estamos solos!, somos millones y millones en el mundo entero...y eso me transmitió esperanza, esperanza de un mundo mejor ayudando a los necesitados, viviendo para los demás, dando lo mejor de nosotros mismos, que es a lo que nos invita Jesús.


"Señor lánzanos a la aventura de la misericordia. Lánzanos a la aventura de construir puentes y derribar muros (cercos y alambradas), lánzanos a la aventura de socorrer al pobre, al que se siente solo y abandonado, al que ya no le encuentra sentido a su vida. Lánzanos a acompañar a aquellos que no te conocen y a decirles lentamente y con mucho respeto tu Nombre, el porqué de mi fe. Impúlsanos a la escucha, como María de Betania, de quienes no comprendemos, de los que vienen de otras culturas, otros pueblos, incluso de aquellos a los que tememos porque creemos que pueden hacernos daño. Haznos volver nuestro rostro, como María de Nazareth con Isabel, que volvamos nuestras miradas a nuestros ancianos, a nuestros abuelos, para aprender de su sabiduría. Yo les pregunto: — «¿Hablan ustedes con sus abuelos?» — «Sí». — «Así, así…» Busquen a sus abuelos, ellos tienen la sabiduría de la vida y les dirán cosas que conmoverán su corazón".


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