lunes, 13 de junio de 2016

Nº 9 El rincón de la vida: Parejas de hecho o concubinato legalizado


PAREJAS DE HECHO O CONCUBINATO LEGALIZADO

Postmodernidad. Así califican algunos ciertas tendencias sociales, dentro de las que podemos enmarcar la problemática actual de las parejas de hecho. Unos cuantos grupos de presión pretenden que se equipare el matrimonio a lo que ellos llaman equivocadamente “unión libre”. Sólo podemos decir que alguien es libre cuando actúa consecuentemente con la verdad.

Si no se respetan los principios morales en los que se basa el ser humano  correremos el peligro de confundir el bien con el mal, de forma que hasta el mismo derecho a la libertad, hoy tan apreciado, podría venirse abajo por una simple mayoría de votos.


Importancia del vínculo matrimonial
Son cada vez más las parejas que deciden unirse haciendo uso de la sexualidad sin ningún otro tipo de vínculo que su propio deseo. Las causas son diversas y vemos desde situaciones realmente difíciles hasta uniones que se basan en el mero placer. En cada caso hay que iluminar, respetar o corregir pero nunca justificar una realidad que va en contra de los principios más fundamentales del hombre. Sea cual sea la causa por la que se dan las uniones de hecho, subyace una mentalidad que valora poco la sexualidad y que desconoce la grandeza del amor humano. Un amor que, por su propia naturaleza, exige ser libre, responsable, indisoluble, exclusivo, total, fiel y fecundo, sin olvidar la complementariedad “hombre-mujer”. Todas estas características las encontramos sólo dentro del vínculo adquirido en el sacramento del matrimonio y son las que le dan a éste la nobleza que tiene. Es pues el matrimonio una institución natural con todo el derecho a constituirse en institución jurídica públicamente reconocida.

Es más que una mera convivencia afectiva. Es una donación total y una aceptación recíproca de ambos cónyuges. Por medio del vínculo los esposos adquieren un compromiso serio con la familia y con la sociedad.
Cuando una pareja decide unirse en matrimonio conociendo las limitaciones y las más que posibles crisis, sin embargo estas no les son motivo para rechazar el vínculo por miedo a posibles rupturas, sino que se comprometen a dar lo mejor de sí mismo en una entrega generosa e incondicional.

Las parejas de hecho son realidades totalmente distintas al matrimonio. Surgen como expresión de un amor sentimental, como una forma más de vivir la sexualidad, como un planteamiento individualista, sin adquirir públicamente ningún tipo de vínculo y por lo tanto ningún compromiso. En estas uniones los valores fundamentales del matrimonio se ven seriamente debilitados cuando no anulados.

Tanto los cónyuges como los hijos tienen derecho a exigir una confianza en el porvenir y una seguridad afectiva. El vínculo matrimonial vela por ese derecho. Debe ser un compromiso estable y perpetuo. Esa estabilidad hace posible un enriquecimiento generacional y una continuidad educativa y económica. Obligaciones que tendría que asumir la sociedad si el concepto de familia desaparece.


Inestabilidad intrínseca de las parejas “de hecho”
Aun sin dudar de la buena voluntad de la pareja, en las uniones de hecho la posibilidad de ruptura es mayor al no existir ningún vínculo o compromiso que lo impida. Son realidades totalmente inestables que fácilmente se desharán ante las posibles crisis. Por otra parte, el ser humano es débil y necesita la ayuda de Dios para superar las contrariedades. En el sacramento del matrimonio “es el mismo Cristo quien permanece con ellos, les da la fuerza para llevar su Cruz, levantarse después de sus caídas, perdonarse mutuamente, llevar generosamente los unos las cargas de los otros”.


Los padres deben educar a sus hijos dándoles ejemplo. Deben vivir ese espíritu de fortaleza, de humildad y de saber perdonar en la lucha continua por superar las dificultades. Deben vivir esa entrega total, esa fidelidad y generosidad, en fin, todos esos valores que son la razón de ser del vínculo matrimonial. Así la familia como comunidad definitiva y cuya mayor garantía es el matrimonio, se convierte en esperanza de la sociedad. Podemos decir que “donde la familia está en crisis la sociedad vacila”.

Las parejas de hecho pretenden asumir los mismos derechos que las parejas unidas en matrimonio, sin ofrecer por su parte ninguna garantía de compromiso, ni con el cónyuge, ni con la familia ni mucho menos con la sociedad.

Equipararlas jurídicamente al matrimonio ofendería la dignidad del vínculo matrimonial, sería una discriminación hacia éste y privilegiaría las uniones de hecho. Si aceptamos estas uniones estamos yendo en contra del bien común y de la verdad.

El rechazo al matrimonio nace de una fijación de las pasiones y de la dureza de corazón, principales obstáculos de la inteligencia.

Dios que todo lo sabe, y conoce mejor que nadie las necesidades de la naturaleza humana , instituye el sacramento del matrimonio (Mt.19,9) y le da la dignidad de elemento salvífico.

Las uniones de hecho son un pecado grave que atenta seriamente contra la ley moral y contra el sacramento del matrimonio.

«La Iglesia Católica en seguimiento de Cristo Jesús reconoce en la familia y en el Amor conyugal un don de comunión de Dios misericordioso con la humanidad, un tesoro precioso de Santidad y de Gracia que resplandece en medio del mundo. Invita por ello a cuantos luchan por la causa del hombre a unir sus esfuerzos en la promoción de la familia y de su íntima fuente de vida, que es el amor conyugal». 

( Ana Margarita Luján, revista "Kerygma" nº 1)



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