lunes, 18 de enero de 2016

El rincón de la vida nº 4: Moralidad de la regulación de la natalidad


MORALIDAD DE LA REGULACIÓN

DE LA NATALIDAD

DEL AMOR ESPONSAL

Dios ha llamado al hombre y a la mujer unidos en matrimonio a una especial participación en su amor y en su poder de Creador y Padre, mediante su cooperación libre y responsable en la transmisión del don de la vida humana: «Y bendíjolos Dios y les dijo: Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra y sometedla» (Gn 1, 28). Un hijo es uno de los mayores regalos que Dios puede hacer al hombre; es una dicha poder ser colaboradores del Padre en ¡esta misión tan importante.


GENEROSIDAD Y PATERNIDAD RESPONSABLE

La paternidad y maternidad se refieren directamente al momento en que el hombre y la mujer, uniéndose “en una sola carne”, pueden convertirse en padres. Este momento tiene un valor muy significativo, tanto por su relación interpersonal como por su servicio a la vida. Ambos pueden convertirse en procreadores, comunicando la vida a un nuevo ser humano. Las dos dimensiones de la unión conyugal, la unitiva y la procreativa, no pueden separarse artificialmente sin alterar la verdad íntima del mismo acto conyugal.

En el momento del acto conyugal, el hombre y la mujer están llamados a ratificar de manera responsable la recíproca entrega que han hecho de sí mismos con la alianza matrimonial. Ahora bien, la lógica de la entrega total del uno al otro implica la potencial apertura a la procreación: el matrimonio está llamado así a realizarse más plenamente como familia. Ciertamente, la entrega recíproca del hombre y de la mujer no tiene como fin solamente el nacimiento de los hijos, sino que es, en sí misma, mutua comunión de amor y de vida.

No se trata de que todo acto conyugal sea fecundo, sino de que los esposos, con generosidad y responsabilidad, busquen la voluntad de Dios en cuanto al número de hijos. De este modo,podrían, en caso de que sea conveniente (por serios motivos), espaciar o evitar un nuevo embarazo, utilizando los métodos adecuados a la dignidad que es debida a cada ser humano. 


ILICITUD DE LOS CONTRACEPTIVOS ARTIFICIALES

Existen múltiples razones para que la Iglesia, fiel a la doctrina de Jesucristo y a la verdad sobre el hombre, no permita el uso de la contracepción artificial:

Separan el fin unitivo y procreativo en el acto conyugal: «Cuando mediante la anticoncepción, los esposos privan al ejercicio de su sexualidad conyugal de su potencial capacidad procreadora, se están atribuyendo un poder que pertenece a Dios: el poder de decidir en última instancia la venida a la existencia de una persona humana. Se atribuyen 

1. poder creador de Dios, sino los depositarios últimos de la fuente de la vida humana».

2. Muchos de los contraceptivos artificiales (DIU, anticonceptivos hormonales, píldora del día después) actúan después de la concepción; es decir: son abortivos.

3. Atentan contra la dignidad humana: por un lado, contribuyen a querer al cónyuge no por lo que es, sino por el placer que puede proporcionar; por otro lado, cuando estos medios “fallan”, el hijo es considerado un “error”. Una vida humana puede no ser buscada, pero nunca es un error: es un nuevo hijo de Dios, una persona con todos sus derechos y la dignidad propia de cada hombre.


LOS MÉTODOS NATURALES EN EL PLAN DE DIOS

Los métodos naturales de regulación de la fertilidad se basan en el estudio de los cambios que existen en la mujer a lo largo de su ciclo, para determinar de esta forma los periodos fecundos e infecundos. Cuando existen razones serias para espaciar o evitar la concepción de una nueva vida, la Iglesia permite recurrir a estos métodos, como se explica un poco más en el artículo siguiente. 

Estos métodos respetan la vida y la verdad del acto conyugal, fomentan la comunicación, el respeto y el amor de los esposos, no sólo ayudan a evitar el embarazo, sino a buscarlo, pueden ayudar a la mujer al diagnóstico precoz de algunas enfermedades… 

La seguridad de estos métodos es total, ya que no tienen ningún tipo de efectos secundarios, en contraste con los anticonceptivos artificiales; además, su eficacia es muy alta: método de la ovulación o Billings, del 99,6%; método sintotérmico, el 97,7%.


¡NO TEMÁIS! NUNCA FALTARÁ SU GRACIA

Es cierto que, en nuestros días, vivir estas enseñanzas puede resultar difícil, por la gran oposición que se encuentra en muchos ambientes, que quieren hacernos creer que la felicidad está en el placer y en poseer bienes materiales. Sin embargo, los esposos cristianos no deben olvidar que su felicidad radica en vivir con generosidad su vocación al matrimonio y a la familia, sabiendo que Jesucristo y su gracia nunca les va a faltar.


Fuentes:

Cfr. Pablo VI, Encíclica Humanae vitae, nn. 8 y 16.

Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2366.

Cfr. Juan Pablo II, Exhortación apostólica Familiaris consortio nº 28.

Cfr. Juan Pablo II, Carta a las familias, nº 12.

Juan Pablo II, Discurso a los sacerdotes participantes en un seminario de estudio sobre la paternidad responsable.

Cfr. American Journal of Obstretics and Gynecology, 1991.

(Mercedes Ruiz Bermejo, Revista "Kerygma" nº 8)

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