lunes, 4 de febrero de 2019

Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío





El Corazón de Jesús me ama      (“Hacia Dios”, Argimiro Hidalgo S.I.)


El Corazón de Jesús se presenta siempre a Santa Margarita, al confidente de sus amorosos designios, como un Corazón amante. Es un Corazón enamorado de los hombres. La sagrada Liturgia nos le muestra como un Corazón víctima de amor… 

“He aquí este Corazón—nos dice Jesús—que tanto ha amado a los hombres…” Todos podemos repetir como San Pablo en su carta a los Gálatas: el Hijo de Dios me amó y se entregó a sí mismo a la muerte por mí, para darme al vida de la gracia. 

En medio de mis juegos de niño…, de mis rosadas ilusiones de joven…, de mis negocios de persona mayor…, ¿me he parado alguna vez a pensar en esta gran realidad, que Jesús me ama tiernamente, desinteresadamente?... ¡Sí, Jesucristo me ama! 

¡Jesús me tiene en su Corazón! 

Decía el Señor en cierta ocasión a una sierva suya: “Me llamas tu gran Dios, tu Maestro, tu Señor, y dices bien, porque soy todo eso; pero también soy caridad. El amor es mi nombre y el que quiero que me des.” 

¿Lo has oído, alma mía? ¡Jesús es amor!... ¡Jesús me ama!... 

Pero, ¿será posible que Jesús, el Hijo de Dios, el Omnipotente y Eterno, me ame a mí, criatura suya, pobre y miserable; a mí que tantas veces lo he ofendido, conculcando sus mandamientos; a mí que tan poco le amo quizá?... 

Jesús me ama, porque me ve imagen de Dios, redimido con su sangre, hijo de su Madre Santísima, destinado para su gloria. Y si estoy en gracia, por su infinita misericordia, me ama con amor de predilección como a hijo predilecto de Dios, templo del Espíritu Santo, miembro vivo de sí mismo… 

¡Jesús me ama!... ¿Pruebas? Nos las ha dado magníficas. 

El amor es activo como el fuego, si existe tiene que obrar. Las obras son la prueba fehaciente del amor sincero, ha dicho el gran San Gregorio. Y nuestro pueblo dice: “Obras son amores”. 

Veo a una mujer sentada día y noche a la cabecera de su hijito enfermo y no pregunto si le ama. Las pruebas son el mejor testimonio de su amor maternal. Ama tanto a su hijo que por él lo sacrifica todo: descanso, salud, comida y hasta su propia vida que se va minando lentamente por esa preocupación constante por la salud de su hijo idolatrado. 

Veo a una joven lista y de buena posición a quien todo sonríe y que puede gozar de la vida…, abandonar el mundo para encerrarse en un claustro pobre y oscuro o para gastar su juventud asistiendo a pobres enfermos… Es que ama mucho a Dios y al prójimo. Ese su sacrificio testimonia su amor grande al Señor. 


Pediré la gracia de sentir internamente cómo el Corazón de Jesús me ama.

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