Nº 16 por Alfonso González, médico de familia.
SER SANTO O NO SER SANTO...
ESA ES LA CUESTIÓN (II)
Llegados a este punto, surge una pregunta, si Dios lo quiere, Dios nos da su gracia, si Dios no pide imposibles, entonces ¿por qué tantos fracasos?, ¿por qué muchas personas creen imposible alcanzar la santidad?
La principal razón que explica tantos fracasos en el camino hacia la santidad de las personas que lo han intentado alguna vez consiste en no haber empleado los medios necesarios adecuadamente.
Dentro de estos medios necesarios hay unos medios que son como presupuestos preparatorios que son ayudan y preparan para el camino de la santidad, y si fallamos en estos presupuestos no queramos llegar a buen puerto. Esto presupuesto son:
a) La energía de carácter.
b) El verdadero deseo de santidad.
c) La adecuada dirección espiritual.
Diremos solo unas pinceladas de cada una, que resultaría inabarcable otro propósito.
a) La energía de carácter. Tenemos que recordar en primer lugar que "la gracia no anula la naturaleza, sino que la perfecciona" y una vez recordado este principio, es claro que una de las principales razones por las que el fracaso está a la vuelta de la esquina es la falta de energía de carácter. Son innumerables las almas que son incapaces de tomar una resolución enérgica, y donde falta voluntad no hay hombre perfecto. Por supuesto que la voluntad no es omnipotente, pero se pueden vencer centenares de catarros y otros muchos males si se empeña uno en ello. Son las personas que Santa Teresa describe excepcionalmente: "Digo que importa mucho, y el todo una grande y muy determinada determinación de no parar hasta llegar a ella, venga lo que viniera, suceda lo que sucediere, trabájese lo que se trabaje, murmure quien murmure; siquiera llegué allá, siquiera se muera en el camino o no tenga corazón para los trabajos que hay en él, siquiera se hunda el mundo" (Camino de Perfección, 21, 2). Los que con la gracia de Dios acierten a tomar esta determinada determinación llevan en sí en germen y en esperanza el heroísmo en la virtud y la santidad.
b) El verdadero deseo de santidad, que en una frase podríamos resumirlo en la cita de San Ignacio que dice, hacer las cosas como si sólo dependieran de nosotros, pero sabiendo que todo depende de Dios. Es un paso más, porque es añadir de pleno la gracia de Dios en el alma. Sólo las almas enérgicas con la ayuda de la gracia divina escalan a las cumbres de la santidad.
¿Cuáles son algunas características de ese verdadero deseo de santidad? Vamos dar unas señales claras y sencillas:
1ª La santidad a que aspiramos no es otra cosa que la Gloria de Dios, libre de toda "vanidad espiritual", sólo buscamos que Dios sea amado.
2ª Si buscamos solo la Gloria de Dios es un deseo tremendamente humilde, sabemos que no nos apoyamos en nuestras fuerzas. La santidad no es engrandecerse a uno mismo, sino el medio más excelente de amar y glorificar a Dios con todas nuestras fuerzas. Y fruto de esta humildad nace la confianza en Dios, porque "todo lo puedo en Aquel que me conforta", son las almas que saben que Dios "hasta de las piedras puede sacar hijos de Abraham". Humildad y con fianza en el Señor son las armas invencibles en el camino de la santidad.
3ª Es el deseo fundamental, primordial, predominante... son las personas que viven la frase evangélica "Buscad el Reino de Dios y su justicia y todo lo demás se os dará por añadidura". En su vida su anhelo es la Gloria de Dios, que eso es el camino de santidad... El que busque la santidad, se tiene que dedicar a ello profesionalmente, es como nos recuerda S Pablo, considerar todo basura comparado con el conocimiento del Señor.
4º Es un deseo de santidad constante y progresivo, práctico y eficaz. No hay vacaciones en el camino de la santidad, como dice el refrán castellano "sin prisa pero sin pausa". No existen el "mañana empiezo", "ahora me tomo este descanso en el camino", son actitudes que no tienen que ver con el camino de santidad. Porque el movimiento se demuestra andando, no nos es lícito ir de prórroga en prórroga o de plazo en plazo aplazando la única decisión de la que el Señor nos va a pedir cuenta.
Y aquí nace una objeción, satánica diría yo, que es el pensamiento de "no hay que ser exagerados"... Objeción tan satánica como irracional. Y sólo me detendré un par de líneas. El alma que se ponga en frente de la Cruz de Cristo y sea capaz de decirle esta frase o es que está loca o es que no tiene corazón. ¿Es que el Señor puede ser alguna vez amado desmesuradamente?
Y para acabar este punto, aclarar que esto no significa que uno no pueda fallar, que ya sabemos que "Siete veces cae el justo" (Prov 24,16), pero continúa diciendo "y otras siete se levanta", porque Dios es tan bueno que es capaz de sacar hasta del mal los mayores bienes.
Y para acabar digamos dos palabras de la dirección espiritual.
c) La adecuada dirección espiritual, que tiene como objeto señalar a las almas el camino que han de recorrer para desde los comienzos de la vida espiritual progresivamente alcanzar las cumbres de la santidad. El camino lo recorre el alma, pero será el director el que le trace la ruta a seguir.
El que tiene un buen director espiritual ya tiene mucho ganado, porque un director "medio letrado y asustadizo" que diría Santa Teresa, que se contente con mantener a las almas en la vulgar mediocridad y no las estimule sin descanso hacia una perfección cada vez mayor, hará un gran daño a las almas. Si sólo las enseña a arrastrarse como sapos, jamás podrán remontar el vuelo hacia las cumbres de la santidad.
Y estas tres premisas son esenciales para comenzar el camino... estamos por decirlo así en el calentamiento de la carrera...
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