Por Jimena Donoso, 17 años.
Tras cuatro días entre Algete, Paracuellos y el Escorial, puedo decir que he estado en la Pascua Misionera.
Durante estos días hemos hecho montones de actividades en las que tanto pequeñas como mayores hemos aprendido sobre la Semana Santa, lo que significa y cómo se celebra, y lo hemos pasado de maravilla.
Estuvimos en los Oficios, cantando incluso en los del Viernes Santo en la parroquia de Paracuellos tras mucho ensayar; asistimos a la Vigilia del sábado que, a pesar del cansancio, tanto nos gustó; y al día siguiente en la Misa de Resurrección de la Catedral de Alcalá, donde conocimos al Sr. Obispo y hablamos con él. Sin embargo, lo que para mí fue lo más bonito de todo lo que hicimos fue que velamos a Jesús (casi) toda la noche del Jueves Santo. Además, aprendimos a jugar a bote botero (durante horas); perdimos innumerables veces a “Bartolo, Bartolo”; y hablamos, reímos y cantamos durante largas horas.
Lo único que siento es que se me pasara todo tan rápido, aunque eso sí, todo lo que me he acercado a Jesús estos días queda ahí, recordándome cada día lo que he reflexionado y aprendido rodeada por mis niñas y mis compañeras. La Semana Santa que viene tengo una cita con ellas y con Él.
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