lunes, 4 de abril de 2016

Nº 6 Consultorio de la fe: ¿Puede un católico opinar diversamente al Papa?


Nº 6 por Juan Manuel Cabezas, doctor en Derecho Canónico.

¿PUEDE UN CATÓLICO OPINAR
DIVERSAMENTE AL PAPA?


Es una pregunta que debería ser innecesaria, pero desgraciadamente es de gran actualidad. Antes ocurría que cuando una persona no quería ser fiel a las enseñanzas de la Iglesia se iba de ésa y, a lo sumo, organizaba una iglesia propia o algo similar. Ahora no, se queda dentro de la Iglesia y fuerzan todo lo que pueden para que la Iglesia se plegue a su gusto y opinión.

Por supuesto, hemos de aclarar que nos referimos siempre a las cuestiones de fe y de costumbres (de moral). En esto temas el Santo Padre no opina, enseña; es el único que ha recibido el mandato de Jesucristo para actuar en su nombre como doctor universal de la verdad.

Para contestar de manera racional y razonable a la pregunta que nos habéis hecho nada mejor que prestar nuestra atención a los Evangelios, de cuya autenticidad, veracidad e historicidad cada vez puede una persona imparcial dudar menos. No hay libros de los cuales podamos con más seguridad objetiva decir que cuentan hechos reales.

Pues bien, los Evangelios presentan varios textos que demuestran irrefutablemente que Jesucristo, aunque dotó de su autoridad a todos los Apóstoles, sólo a uno, a Pedro le concedió el poder supremo sobre todo el pueblo santo de Dios y sobre el resto de los Apóstoles.


En efecto, en el texto de Mt. 16-17-18, tan famoso, Jesucristo cambia el nombre de Simón por Pedro y lo constituye piedra fundamental de la Iglesia. Además, le promete su asistencia («las puertas del infierno no prevalecerán contra Ella») y asegura, con su autoridad divina e infalible, que le entregará las llaves de la Iglesia y, además, que le dará un poder tan grande que lo que Pedro ate en la tierra, lo ata Jesús en el cielo y lo que Pedro desate en la tierra, Jesús lo desata en el cielo.
Ya desde aquel momento los Apóstoles se sometieron siempre a Pedro y respetaban escrupulosamente su autoridad. Tal promesa de Jesús de dar la autoridad máxima a Pedro la llevó a cumplimiento después de su Resurrección, cuando en la aparición en la orilla del lago de Tiberíades, y después de desayunar, Jesús por tres veces manda a Pedro que apaciente sus ovejas (Jn 21, 15-17).

Como dice el Evangelio de San Juan 10,16, Jesucristo es el Buen Pastor, el único Pastor de la Iglesia, idea en que insisten los protestantes para negar el Papado. Estamos de acuerdo, pero no basta seguir un texto del Evangelio y cerrar los ojos a otro porque ése no me conviene. El mismo que ha dicho de Sí que es el Buen Pastor, dice que encarga del pastoreo de sus ovejas en este mundo a Pedro y lo hace tres veces “apaciente mis corderos”. Bastaría que lo dijera una vez, pero sabía el Señor la trascendencia de esta enseñanza y que iba a ser caballo de batalla a lo largo de los siglos y, por eso, quiso dejar bien remachada la institución del Papado.

Cristo, teniendo que ir al cielo en su humanidad visible no quiso dejarnos huérfanos sino que nombró un vicario, un pastor que le representara y actuara en su nombre, pues cuando habla Pedro es Cristo quien habla, como decían del Papa León Magno en el siglo IV: “ha hablado Cristo por boca de León”. No es sino una consecuencia de tomarse en serio el Evangelio: “lo que tú ates en la tierra, Yo lo ato en el cielo”.

Después de todo esto no hace falta responder a vuestra pregunta. Bien clara está la contestación. El que se llama cristiano y contradice la enseñanza del Santo Padre, del sucesor de Pedro, no necesita quien le juzgue, la palabra de Dios lo hace por sí sola: el que rechaza a Pedro, no es a Pedro a quien rechaza, rechaza a Cristo, no sólo no es católico, no es realmente ni siquiera cristiano.

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