Nº 11, por María de Julián.
SANTA FAUSTINA KOWALSKA
Hablábamos el mes pasado de la normalidad de los
santos. El hecho de que no fueran personas más especiales que cualquiera de
nosotros sino, solamente, más humildes, y con un propósito firme: hacer de cada
pequeño acto, de las cosas normales del día a día, grandes actos de virtud.
Teniendo en cuenta la noticia del año Santo de la
Misericordia que el Papa convocará a partir del próximo 8 de diciembre y hasta
20 de noviembre de 2016, no puedo evitar recordar un ejemplo de la pequeña gran
Santa que introdujo esta devoción a la Divina Misericordia: Santa Faustina
Kowalska.
Con sus propias palabras, tal como escribe en su
diario, pues nadie lo cuenta mejor que ella:
“Cuando me despedía de las hermanas y estaba ya por
partir, una de las hermanas me pidió mucho que la perdonase por haberme ayudado
tan poco en mis deberes, y no solamente por no haberme ayudado en mis deberes,
sino que por haber tratado siempre de hacérmelos difíciles. Sin embargo, yo
dentro de mí la consideraba mi gran bienhechora, porque me había ejercitado en
la paciencia. Me ejercitaba hasta tal punto que una de las hermanas de mayor
edad se expresó así:
- Sor Faustina es estúpida o santa, porque, a decir verdad,
una persona normal no soportaría que alguien le llevara siempre la contraria.
Yo, sin embargo, me acercaba siempre a ella con
amabilidad. Aquella hermana se empeñaba tanto en hacerme difícil el
cumplimiento de mis deberes que, a pesar de mis esfuerzos, más de una vez
consiguió estropear algo de lo que estaba bien hecho, como ella misma confesó
en la despedida, pidiéndome mil disculpas.”
¿Cuántas veces nos habremos encontrado nosotros en
esta situación? ¿Cuántas hemos vivido algo parecido? Ser bueno no es ser tonto,
sino todo lo contrario. Ser santo es no ser estúpido, es ser más inteligente
que aquello que nos hace caer, es saber ver la voluntad de Dios en todas las
circunstancias, por molestas o difíciles que sean, y saber que el sufrimiento
siempre compensa cuando al otro lado de la balanza está Dios.
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