EL ABORTO DESTRUYE DOS VIDAS
“Hay una experiencia muy constructiva que consiste en hacer que las mujeres escuchen el latido del feto. Muchas disienten de su propósito”.
En un centro abortivo nunca le hablarán a la mujer de que el aborto puede dejar importantes secuelas tanto físicas como psicológicas.
SECUELAS FÍSICAS
Es muy probable que el músculo cervical quede dañado por una dilatación forzosa del cérvix con la consiguiente posibilidad de que si la mujer en un futuro queda embarazada pueda abortar espontáneamente. Estas mujeres pueden quedar estériles y también son muy frecuentes los embarazos ectópicos. Se pueden dañar las paredes del útero, dándose casos de perforaciones uterinas, infecciones, hemorragias, shock y hasta el coma.
SECUELAS PSÍQUICAS
A nivel psíquico-emocional se dan verdaderos dramas en mujeres que han abortado. Como dice el Dr. Walker, es más fácil sacar al niño del útero de la madre que de su pensamiento.
La Dra. Standford, psiquiatra canadiense, nos habla de tres estadíos por los que pasa la mujer después de haber abortado; “Comienzan con una etapa de desasosiego y tristeza para continuar reviviendo el momento traumático del aborto una y otra vez. Recuerdan el centro donde abortaron, al personal, se preguntan cómo sería el niño y por último llega una etapa de depresión profunda con sentimientos de culpabilidad, pérdida de interés por todo e ideas de suicidio”.
En Inglaterra donde hay tanta incidencia de abortos se están abriendo clínicas específicas para tratar a las mujeres después del aborto. En España los centros PROVIDA trabajan de forma especial para evitar el llamado síndrome postaborto. Para hacernos una idea del alcance de este, se sabe gracias a un estudio de la Universidad de Maryland (USA), que el 64% de las mujeres que abortaron fueron ingresadas en hospitales psiquiátricos. Realmente si estas mujeres supieran que al abortar no sólo van a matar a su hijo sino que además van a destrozar su propia vida ¿lo harían?
Es cierto que en un primer momento el miedo puede ofuscar la mente pero la maternidad es algo básico en la mujer y la mayoría son conscientes de que han matado a su hijo, entonces la conciencia no les deja vivir tranquilas. “Dios siempre perdona, los hombres unas veces perdonan y otras no, pero la naturaleza nunca perdona”.
Aparecen los sentimientos de culpabilidad que por otra parte, si no existieran, sería como si la persona hubiera borrado de su conciencia la noción del mal y esto denotaría un deterioro psicológico mucho más grave, en el que podríamos hablar de psicopatías o personalidades anormales.
Son síntomas frecuentes del síndrome postaborto los llantos, suspiros continuados, insomnio, pérdida de apetito, disminución de peso, agotamiento, nerviosismo, disminución de la capacidad para el trabajo, pesadillas, sensación de pérdida, de forma que cada vez que ve a un niño, llora.
TRASTORNO DE LA CONDUCTA
El sentimiento de culpabilidad es tan fuerte que la mujer no ve la salida y puede ser este el principio de un trastorno grave de la conducta donde frecuentemente intentarán “ahogar” sus penas en alcohol, en las drogas, perversiones sexuales, tendrán una conducta autodestructiva, se llega incluso a abusar de los niños y se endurece el instinto maternal. Se da un alejamiento de las personas, pérdida de confianza en sí mismo, hostilidad, emociones reprimidas, ideas de suicidio y se infravaloran los principios éticos y morales más elementales.
Las mujeres que abortan suelen necesitar mucho afecto, apoyo y atención, pero sin embargo evitan involucrarse afectivamente en sus relaciones y tienden a aislarse. Es muy típico el síndrome hiperindependentista, es decir, incapacidad de contraer vínculos duraderos y dificultad para las relaciones interpersonales. Un estudio americano desvela que de 400 parejas que abortaron, el 70% se separaron al año siguiente. Es decir, que el aborto tiene consecuencias negativas, no sólo para la mujer, sino para la familia y la sociedad.
DIOS PERDONA SIEMPRE
Cuando una mujer aborta está cometiendo “un pecado excepcionalmente grave porque la víctima es inocente e indefensa y su muerte es causada precisamente por quienes tienen una especial obligación de velar por su vida. Además hay que tener en cuenta que al niño abortado se le priva del Bautismo”.
La Iglesia, siempre defensora de los más débiles, no puede menos que imponer la excomunión a la mujer que aborte y a todo aquel que colabore en un aborto, es decir, privarles de recibir los sacramentos de la comunión, matrimonio.... Es un intento de proteger así la frágil vida del niño en el seno materno y por otra parte podríamos verlo como un acto de caridad para con la mujer. De igual manera que una madre reprende a sus hijos para que se corrijan, la Iglesia, nuestra Madre, quiere que esa mujer, reaccione, que reconozca su culpa y tenga el valor de acercarse con confianza a la confesión. A Dios le duele más el endurecimiento de corazón después del pecado que el propio pecado. El mismo nos lo dice “Aunque tus pecados sean rojos como escarlata quedarás blanco como la nieve”. Sólo cuando la mujer se sepa perdonada por Dios, que ve lo más profundo de su corazón, podrá perdonarse a sí misma, y sólo entonces será capaz de afrontar su situación, de ayudar a otras mujeres en situaciones difíciles, y de encontrar la Paz.
(Ana Margarita Luján, revista “Kerygma” número 3)
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