Nº 11 por Alfonso González, médico de familia.
MÁS
HACE EL QUE QUIERE QUE EL QUE PUEDE (I)
Hay
una fuerza motriz más poderosa que el vapor,
la
electricidad y la energía atómica:
La voluntad. (Albert Einstein)
Todos conocemos la frase "querer es poder",
y ciertamente que tratándose de la perfección moral, contando, claro está, con
la gracia de Dios, es axioma que se cumple siempre. En muchísimas ocasiones, "nos
empeñamos en calificar de imposible a esas cosas que nunca jamás hemos
intentado con todas las fuerzas". En el fondo es la cobardía de la
mediocridad.
"Yo quiero" es el azote de
la superficialidad, es esa palabra todopoderosa, con la gracia de Dios, que
sale como un obús en busca del objetivo con una fuerza tan impresionante que
derriba cualquier obstáculo que encuentra a su paso. "La voluntad es la joya de la
corona", la persona con voluntad va viendo como sus sueños se
convierten en realidad. La persona con voluntad es la persona que es "dueña
de su vida", lleva el timón de su existencia. La persona con voluntad firme
vive, la persona que carece de esa fuerza de voluntad digamos que vegeta, se
deja vivir.
Cuando "no se sabe querer", se cae en la debilidad
de carácter, en la volubilidad del deseo, debilidad porque las circunstancias
son las que gobiernan, volubilidad porque las influencias exteriores e
interiores hacen girar la vida como una veleta. En este sentido "más hace el que
quiere, que el que puede".
Pero la voluntad es una facultad que se va forjando y
educando, sabiendo que es la facultad maestra, es como el corazón, es por decirlo
así "principio
motor de vida". Tener voluntad supone en primer lugar
determinarse, en segundo lugar ejecutar y lo más difícil perseverar.
Determinarse,
es el primer paso, tras una reflexión, un periodo de recogimiento, una gracia
especial se llega el alma a determinarse. Pero debe ser como Santa Teresa decía
"determinada
determinación", de verdad, y rápidamente poner la resolución en
obra, comenzar con la ejecución.
Ejecutar que
es dar el primer paso, el más costoso, es "soltar amarras", echarse
a andar. Es mucho más difícil, es poner en práctica esa determinación, porque
"el movimiento se demuestra andando". De nada sirven todas
las consideraciones, si no se comienza el camino, con paso firme, con vista al
frente, con determinación y sin mirar atrás. "El que pone la mano en el arado y
mira atrás no es digno del Reino de los Cielos". De esta forma nos
enseña el Señor con delicadeza infinita cómo ha de ser la ejecución de las obras
buenas.
Perseverar que
es el paso culminante para que esa ejecución no sea "flor de un
día". La perseverancia es la virtud de los valientes, de los
enamorados, en los que el cansancio, las dificultades esos imprevistos de la
vida no ahogan la voluntad...; con la gracia de Dios "no rendirse nunca".
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