La eutanasia
Desde
el mismo instante en que el hombre olvida la primera regla de la Caridad: “Amarás
al Señor sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo”(Lc. 10,27); en
ese momento en que nos encerramos en
nuestro “yo” egoísta y no somos capaces de aceptar con generosidad la Voluntad
de Dios sobre cada uno de nosotros ni de convertir nuestra vida en una entrega
incondicional al prójimo, es ahí donde el problema de la Eutanasia encuentra
sus raíces más profundas.
Vacío existencial
Olvidamos que no somos dueños de la
vida de los demás y ni siquiera de la nuestra propia, que nos ha sido dada como
un don y que debemos aceptarla tal como es , con sus cosas buenas pero también
con sus limitaciones, dando gracias a Dios en todo momento y con la certeza de
que El sabe mejor que nadie lo que nos conviene.
“Nada
ni nadie; ni jueces, ni legisladores, ni médicos puede atribuirse el derecho de
acabar con su vida o con la de otra persona”1. “Lo contrario sería un crimen contra la ley
divina y humana. El fundamento de la ética es un respeto por la verdad del
hombre tal como es, y todo lo que vaya más allá, sería anteponer el poder del
más fuerte sobre el más débil”2. “Se trata de un rechazo a la soberanía absoluta de Dios sobre la vida y
la muerte”3. “Ser como
Dios, conocedores del Bien y del mal” (Gn. 3,5). “Yo doy la muerte y la vida” (Dt. 32,39)
Son muchas las razones que se argumentan
para justificar la eutanasia y en ellas se refleja un gran desconocimiento del
sentido del sufrimiento y del gran valor que tiene el sacrificio por el prójimo
que a veces tan cercano como un padre, una madre o un hijo, y en el caso más extremo una falsa y
maliciosa idea de que suprimir “la vida
de los deficientes mentales o de los enfermos en fase terminal, contribuye al
progreso, ya que estas vidas no se pueden llamar propiamente humanas”4,
pero como ya hemos dicho antes, la razón más profunda, es un vacío
existencial. Eso es lo que lleva a una persona a la desesperación y a
desear la muerte, un pensar que la vida sufriendo no merece la pena y un miedo
a la muerte con sufrimiento. De ahí el gran empeño de la Iglesia Católica de
dar ese sentido al dolor. Juan Pablo II: “El sufrimiento humano ha sido
asumido por Cristo y es parte integrante de su misterio de salvación. Uniéndose
con fe y Amor a la Pasión de Cristo la persona que sufre participa en su lucha
victoriosa sobre el mal y sobre la muerte...”5. La esperanza
en una vida posterior a la muerte es el único alivio en el sufrimiento, y lo
que realmente da fuerza para afrontarlo uniéndose a Cristo, que sufrió, hasta
dar su vida por mí. Por algo a los enfermos se les considera como un tesoro
en la Iglesia.
¿Muerte digna?
En el lado opuesto a la eutanasia está
el ensañamiento terapeútico, un
alargar la vida de una persona sin ninguna esperanza de recuperación,
utilizando medios desproporcionados. En el caso de enfermos terminales, en que
se ve que la muerte es inevitable es totalmente lícito renunciar al tratamiento
pero nunca a los cuidados básicos de alimentación, hidratación, etc. Por otra
parte si el enfermo correctamente informado sobre su enfermedad solicita que al menos le sea aliviado el dolor, sería
aceptable administrar un tratamiento proporcionado para paliar ese dolor,
aunque este le pueda acortar la vida, ya que lo que se busca no es la muerte de
esa persona sino aliviar el dolor. Es muy distinto a la Eutanasia en la que se
busca directamente la muerte.
Se habla de morir dignamente, de que
se sufra lo menos posible, hablando del hombre como si hablasen de cualquier
animal, olvidando que el hombre tiene un alma, que es capaz de aceptar el
sufrimiento corporal, que se trata de alguien que necesita la cercanía, la
comprensión, el cuidado de sus seres más queridos, “que merece el agradecimiento de unos últimos días donde se le ame, por
lo que es, donde se le agradezcan sus esfuerzos; es además una persona ante la
que todavía nos queda por aprender lo mejor, la forma con la que va a pasar de
este mundo al Padre; momento más importante en la historia del hombre no hay,
momento en el que la lección que nos da puede ser la más maravillosa de todas
cuantas haya podido dar durante el resto de su vida.
No
hay una vida sin valor; porque el valor lo da Dios, y porque de toda vida por
pequeña que sea o inútil que parezca nos enseña grandes lecciones; sólo hay que
tener la mirada preparada para saber descubrirlas.”6
(Ana Margarita Luján, revista
Kerygma nº4)
1 La Eutanasia y los ejes de la
cultura de la vida. (Dr. Miguel Carmena).
2 Es correcta o
no la Eutanasia.
3 Evangelium
Vitae.
4,6 Tema
cultura de la Vida de Acción Católica, “La Eutanasia”.
5
Con Cristo el dolor cobra su sentido. (Juan Pablo II), Ciudad del Vaticano
10/02/02.
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