lunes, 19 de octubre de 2015

Nº1: La eutanasia


La eutanasia

            Desde el mismo instante en que el hombre olvida la primera regla de la Caridad: “Amarás  al Señor sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo”(Lc. 10,27); en ese momento en que  nos encerramos en nuestro “yo” egoísta y no somos capaces de aceptar con generosidad la Voluntad de Dios sobre cada uno de nosotros ni de convertir nuestra vida en una entrega incondicional al prójimo, es ahí donde el problema de la Eutanasia encuentra sus raíces más profundas.

 Vacío existencial
            Olvidamos que no somos dueños de la vida de los demás y ni siquiera de la nuestra propia, que nos ha sido dada como un don y que debemos aceptarla tal como es , con sus cosas buenas pero también con sus limitaciones, dando gracias a Dios en todo momento y con la certeza de que El sabe mejor que nadie lo que nos conviene.

            “Nada ni nadie; ni jueces, ni legisladores, ni médicos puede atribuirse el derecho de acabar con su vida o con la de otra persona1. “Lo contrario sería un crimen contra la ley divina y humana. El fundamento de la ética es un respeto por la verdad del hombre tal como es, y todo lo que vaya más allá, sería anteponer el poder del más fuerte sobre el más débil2. “Se trata de un rechazo a la soberanía absoluta de Dios sobre la vida y la muerte3. “Ser como Dios, conocedores del Bien y del mal” (Gn. 3,5). “Yo doy la muerte y la vida” (Dt. 32,39)



            Son muchas las razones que se argumentan para justificar la eutanasia y en ellas se refleja un gran desconocimiento del sentido del sufrimiento y del gran valor que tiene el sacrificio por el prójimo que a veces tan cercano como un padre, una madre o un hijo,  y en el caso más extremo una falsa y maliciosa idea de que suprimir “la vida de los deficientes mentales o de los enfermos en fase terminal, contribuye al progreso, ya que estas vidas no se pueden llamar propiamente humanas4, pero como ya hemos dicho antes, la razón más profunda, es un vacío existencial. Eso es lo que lleva a una persona a la desesperación y a desear la muerte, un pensar que la vida sufriendo no merece la pena y un miedo a la muerte con sufrimiento. De ahí el gran empeño de la Iglesia Católica de dar ese sentido al dolor. Juan Pablo II: “El sufrimiento humano ha sido asumido por Cristo y es parte integrante de su misterio de salvación. Uniéndose con fe y Amor a la Pasión de Cristo la persona que sufre participa en su lucha victoriosa sobre el mal y sobre la muerte...”5. La esperanza en una vida posterior a la muerte es el único alivio en el sufrimiento, y lo que realmente da fuerza para afrontarlo uniéndose a Cristo, que sufrió, hasta dar su vida por mí. Por algo a los enfermos se les considera como un tesoro en la Iglesia.

¿Muerte digna?
            En el lado opuesto a la eutanasia está el ensañamiento terapeútico, un alargar la vida de una persona sin ninguna esperanza de recuperación, utilizando medios desproporcionados. En el caso de enfermos terminales, en que se ve que la muerte es inevitable es totalmente lícito renunciar al tratamiento pero nunca a los cuidados básicos de alimentación, hidratación, etc. Por otra parte si el enfermo correctamente informado sobre su enfermedad solicita  que al menos le sea aliviado el dolor, sería aceptable administrar un tratamiento proporcionado para paliar ese dolor, aunque este le pueda acortar la vida, ya que lo que se busca no es la muerte de esa persona sino aliviar el dolor. Es muy distinto a la Eutanasia en la que se busca directamente la muerte.


            Se habla de morir dignamente, de que se sufra lo menos posible, hablando del hombre como si hablasen de cualquier animal, olvidando que el hombre tiene un alma, que es capaz de aceptar el sufrimiento corporal, que se trata de alguien que necesita la cercanía, la comprensión, el cuidado de sus seres más queridos, “que merece el agradecimiento de unos últimos días donde se le ame, por lo que es, donde se le agradezcan sus esfuerzos; es además una persona ante la que todavía nos queda por aprender lo mejor, la forma con la que va a pasar de este mundo al Padre; momento más importante en la historia del hombre no hay, momento en el que la lección que nos da puede ser la más maravillosa de todas cuantas haya podido dar durante el resto de su vida.

            No hay una vida sin valor; porque el valor lo da Dios, y porque de toda vida por pequeña que sea o inútil que parezca nos enseña grandes lecciones; sólo hay que tener la mirada preparada para saber descubrirlas.”6

                      (Ana Margarita Luján, revista Kerygma nº4)


 1 La Eutanasia y los ejes de la cultura de la vida. (Dr. Miguel Carmena).
2   Es correcta o no la Eutanasia.
3 Evangelium Vitae.
4,6 Tema cultura de la Vida de Acción Católica, “La Eutanasia”.
5 Con Cristo el dolor cobra su sentido. (Juan Pablo II), Ciudad del Vaticano 10/02/02.

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