EL AMOR NO SE DEVALÚA
Por Alfonso González
Ahora que tanto nos interesa la economía que hasta sabemos lo que es eso de la “prima de riesgo” deberíamos tener en cuenta que el amor es la única moneda que cuenta allá arriba en el Cielo, y también aquí abajo, aunque en muchas ocasiones parezca triunfar sólo aquello que tiene pinta de egoísmo.
A poco sinceros que seamos podemos comprobar que la vida o es amor o se convierte en una inmensa mentira, en donde tenemos que urdir mil “malas razones” para intentar engañarnos y llamar vida a lo que en realidad es simplemente la idolatría del gusto y la voluntad propia, o dicho en “roman paladino”: EGOÍSMO.
Cuando un cristiano desempeña con amor lo más intrascendente de las acciones diarias rebosa transcendencia de Dios. Por eso, ya hemos dicho más de una vez que “el cristiano transforma la realidad en poesía”. En la línea del horizonte parece que se junta el cielo y la tierra pero en realidad donde de verdad lo hace es en nuestros corazones cuando se vive con el santo amor de Dios, aunque se trate de la vida más sencilla del mundo. ¡Siempre el Amor!, es la palabra clave en la vida. Pobrecillos los que no entiendan de “amores”, porque sin temor a equivocarme puedo decir que no viven, a lo sumo vegetan, en un mundo donde el corazón o se llena de amor o se despezada de egoísmo. Pobrecillos los que no entiendan de “amores” porque se pierden en el maravilloso banquete de la vida el plato principal sin el que la vida queda como descafeinada, sin sustancia, y lo peor es lo que depara en la vida eterna.
Hablamos de Amor verdadero que es hablar de generosidad, de fidelidad, de sacrificio, de perseverancia, de olvido de sí para vivir para Dios y el prójimo. No falsifiquemos la palabra amor.
Pero claro, en los días donde las máximas que “triunfan” son del tipo “hay que realizarse”, “tengo que tener tiempo para mí”, etc, donde a poco que nos percatemos en seguida uno percibe que primero yo, mis cosas, mi bienestar, mi comodidad, y luego el resto, hablar de sacrificio, de olvido de sí, de entrega a otro, etc, suena poco menos que a “locura”, a tiempos pasados, a cosas sin sentido, diríase que superadas…
Y en primer lugar percibimos cómo queremos devaluar el sentido del Amor para acomodarlo a nuestra nuestra pobre vida, porque “no hay que exagerar”, es la primera consigna de los que quieren juntar la luz con las tinieblas… Decía San Agustín que “la medida del amor es amar sin medida”; así, a poco lenguaje que uno sepa, esto significa que todo esfuerzo y empeño quedará muy lejos… ¿cómo conjugar esto con la exageración? El amor, por su naturaleza, lleva implícita “la locura en la entrega”. Es el mismo San Agustín, maestro en amor, el que tiene una sentencia que deja lugar a pocas dudas en cuanto a la veracidad de un amor auténtico, en la que todos estamos de acuerdo, porque seguramente todos la hemos experimentado en algún instante, y que no es otra que la que dice: “El amor no se fatiga, y si se fatiga, ama la fatiga” (S Agustín). San Vicente de Paul tiene una sentencia tan verdadera como graciosa en relación con las exageraciones que dice “me he convencido de que para ser bueno hay que ser demasiado bueno”. Con esto, me parece que los santos desmontan la primera gran objeción. Pero acudamos al Evangelio en donde el Señor, bondad y delicadeza infinita, nos dice: “Sed perfectos, como vuestro Padre Celestial es perfecto”.
La Biblia, Palabra de Dios, que a veces tenemos un poco olvidada, tiene una sentencia que hoy en día nos gustaría, como muchas otras cosas, que no apareciera porque pone de manifiesto lo que somos; en realidad, no es otra que: “de la abundancia de corazón habla la boca”. Y claro, cuando uno escucha “necesito tiempo para mí” y sentencias similares, suele querer decir para “mi disfrute”… pues está saliendo por la boca el egoísmo, a veces bajo capa de bien, pero un egoísmo que se presenta de forma sibilina…pero no deja de ser egoísmo…
Hoy atisbamos que se nos llena la boca de “mis cosas…” y muy poco de las cosas del Señor, y ya las del prójimo no digamos, porque cuando el Señor no nos importa, ¡qué nos va a importar el prójimo! Si nos importa es por lo que a lo mejor podemos conseguir de él…
Y con esta filosofía sobre la vida florecen como lemas incuestionables el “Qué hay de malo”, “lo hace todo el mundo”, “los hay mucho peores”, “no hay que comerse la cabeza, disfruta”… y tantas máximas de una vida mediocre que nada tiene de evangélicas, que nada tienen de cristianas… por más que queramos convencernos. El Señor no se encarna y muere en la Cruz para que nosotros vivamos con máximas mediocres…; no nos es lícito ni pensar ni decir semejantes sandeces, y disculpen la expresión…
Se nos supone cristianos porque seguimos a Cristo…, sabemos que es “El Camino, la Verdad y la Vida”. Pues si alguien me encuentra en los Evangelios las frases anteriores o similares le ruego me las haga llegar… porque que yo sepa suyas son las frases: “Buscad el Reino de Dios y su justicia”, “No sois del mundo”, “Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen”, “El que quiera ganar su vida la perderá, el que pierda su vida por Mí ese la encontrará”…, “El que quiera ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su Cruz y me siga”, “el grano de trigo que no cae en tierra y muere no puede dar fruto”, “Sed perfectos como vuestro Padre Celestial es perfecto”…, y digo yo que el Señor algo entenderá de lo que nos conviene…
Pero claro, es que queremos disfrutar la vida…, y lo que dice el Señor tiene pinta de fastidio, vamos que aunque no lo digamos, pensamos que el Señor tiene vocación de “aguafiestas”…
Y digo yo que el Señor sabe de qué habla y cuando quiere proponer el camino de la Dicha, de la Felicidad, nuestra Madre la Iglesia nos recuerda que ya lo predicó y lo sigue predicando desde el Monte de las Bienaventuranzas… El Señor nos enseñó la verdadera Bienaventuranza, la felicidad donde no se espera pero donde se encuentra en esta vida y por su puesto nos sirve para la entrada en la Vida eterna, por su gracia… El Señor nos enseña el camino del verdadero Amor, y no lo dudemos “es preferible correr el riesgo de ser herido que renunciar al Amor. Quien renuncia al verdadero Amor por no sufrir, termina sufriendo por no amar, y se convierte en una persona desdichada sin remedio”.
Y aunque hablaremos mucho más despacio…, no nos dejemos engañar por el mundo, el demonio y la carne… El Señor, sabiduría infinita y bondad infinita, nos enseña el camino para la Dicha presente y la eternidad Gloriosa…
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