«Toda Judea y Jersusalén acudía para
bautizarse. Pero ahora hay algo nuevo: “Por entonces llegó Jesús desde Nazaret
de Galilea a que Juan lo bautizara en el Jordán” (Mc 1, 9). Hasta entonces no
se había hablado de peregrinos venidos de Galilea; todo parecía restringirse al
territorio judío. Pero lo realmente nuevo no es que Jesús venga de otra zona
geográfica, de lejos, por así decirlo. Lo realmente nuevo es que Él, Jesús,
quiere ser bautizado, que se mezcla entre la multitud gris de los pecadores que
esperan a orillas del Jordán. El bautismo comportaba la confesión de las
culpas. Era realmente un reconocimiento de los pecados y el propósito de poner
fin a una vida anterior malgastada para recibir una nueva. ¿Podía hacerlo
Jesús? ¿Cómo podía desprenderse de su vida anterior para entrar en otra vida
nueva? Los cristianos tuvieron que plantearse estas cuestiones. La discusión
entre el Bautista y Jesús, de la que nos habla Mateo, expresa también la pregunta
que él hace a Jesús: “Soy yo el que necesito que me bautices, ¿y tú acudes a
mí?” (3, 14). Mateo nos cuenta además: “Jesús le contestó: Déjalo ahora. Está
bien que cumplamos así toda justicia. Entonces Juan lo permitió” (3, 15).
No es fácil llegar a descifrar el sentido de
esta enigmática respuesta. En cualquier caso, la palabra “por ahora” encierra
una cierta reserva: en una determinada situación provisional vale una
determinada forma de actuación. Para interpretar la respuesta de Jesús resulta
decisivo el sentido que se dé a la palabra “justicia”. En el mundo en que vive
Jesús “justicia” es la respuesta del hombre a la Torá ,
la aceptación plena de la volunta de Dios, la aceptación del “yugo del Reino de
Dios”, según la formulación judía. El bautismo de Juan no está previsto en la Torá ,
pero Jesús, con su respuesta, lo reconoce como expresión de un sí incondicional
a la voluntad de Dios, como obediente aceptación de su yugo.
Este sí a la plena voluntad de Dios encierra
también, en un mundo marcado por el pecado, una expresión de solidaridad con
los hombres, que se han hecho culpables, pero que tienden a la justicia. Sólo a
partir de la cruz y la resurrección se clarifica todo el significado de este
acontecimiento. Al entrar en el agua los bautizados reconocen sus pecados y
tratan de liberarse del peso de sus culpas. ¿Qué hizo Jesús? Lucas, que en todo
su Evangelio presta una viva atención a la oración de Jesús, nos dice que Jesús
recibió el bautismo mientras oraba (cf. 3, 21). A partir de la cruz y la
resurrección se hizo claro para los cristianos lo que había ocurrido: Jesús
había cargado con la culpa de toda la humanidad; entró con ella en el Jordán.
Inicia su vida pública tomando el puesto de los pecadores. La inicia con la
anticipación de la cruz. El significado pleno del bautismo de Jesús, que
comporta cumplir “toda justicia”, se manifiesta sólo en la cruz: el bautismo es
la aceptación de la muerte por los pecados de la humanidad, y la voz del cielo
“Este es mi Hijo amado” (Mc 3, 17) es una referencia anticipada a la
resurrección.
Ratzinger, Joseph. Jesús de Nazaret: primera parte, desde el bautismo a la transfiguración. Trad. Carmen Bas Álvarez. Madrid: La Esfera de los los libros, 2007.
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