SERENIDAD EN EL ALMA, DICHA EN LA VIDA... Y ETERNIDAD GLORIOSA (1ª parte)
Por Alfonso González, médico de familia
La paz es una de las manifestaciones del
“buen espíritu” como dice San Ignacio de Loyola; sin embargo hoy en día parece que todo se
conjura contra la paz… El mundo no tiene paz, rueda demasiado deprisa, hay
demasiados ruidos, se vive bajo el signo de una velocidad atropellada. El
hombre quiere correr y correr, sin ponerse siquiera a ver dónde corre…; correr
más que antes y más que otros… Todo es ruidoso, alocado, vertiginoso, la vida
así se tambalea y saltan los nervios por los aires...
Sin embargo el que quiera ser dichoso ha de vivir en Paz y vivir la Paz …; es imprescindible
ambientarse en un modo habitual de paz, como que nada apremia, nada nos
encadena, todo puede hacerse con suavidad, con gozo, con libertad interior… La
fórmula siempre actual sería “Rápidamente… pero en calma”…
Una vida solo será eficaz, solo
estará en camino seguro de santidad cuando discurra en paz, porque no en vano Cristo
es el príncipe de la Paz. Paz con Dios en primer lugar, paz
consigo mismo y paz con los demás…

Hay un proverbio que dice “no
es bueno hacer de la poesía, realidad; sino convertir la realidad en poesía”,
la voluntad de Dios pone al alcance de nuestra mano la única flor de la dicha.
El que posee paz, irradia paz… No es
solo pacífico el que posee la paz, sino el que teniéndola sabe derramarla a su
paso.
Hay un antiguo principio clásico que
dice “haz lo que haces”, la necesidad de recogerse para en cada
instante hacer sólo lo que debemos, sin distracciones absurdas. Son esas
distracciones las que acaban por “dislocar” los nervios. Solemos pensar
erróneamente que es la tarea lo que destroza los nervios, lo que quita la paz… Lo que
quita la paz es el tumultuoso amontonamiento de todo, el desorden estrepitoso
de ocupaciones por las que vamos saltando… Por eso solo se tendrá paz “si
se está en lo que se está” y es además la voluntad de Dios. El orden es
fundamental, “cada cosa en su sitio, y un sitio para cada cosa”.
En segundo lugar vamos a recordar un
antiguo proverbio indio que dice que “el corazón en paz ve una fiesta en todas
las aldeas”, vamos, que es dichoso en todo momento...; es fundamental
en la vida “no ser corto de miras”, saber mirar…
Saber mirar... “Si
quieres montar en una mula que no tenga defectos, acabarás siempre yendo a pie”
(Miguel de Cervantes).
Brevísimamente vamos a explicar un
mala manía que, excepto aquellas personas que están muy avanzadas en el camino de
la perfección, creo que es uno de los deportes nacionales hoy en día, se trata
del “defecto de ver defectos”...
Y en primer lugar es bueno decir que
la persona que en su personalidad tiene este rasgo muy acusado necesita esta práctica como un
mecanismo de defensa para no ver los suyos propios. Seguramente los vería si
tuviera humildad, pero no la tiene en grado suficiente.
Antes de criticar o mirar los
defectos de los demás, deberíamos echar un vistazo a los nuestros, porque suele
sobre todo molestarnos de los demás el ver reflejados nuestros propios
defectos... Nunca nos molestan los defectos que no tenemos...,
paradójicamente.
El que tiene una actitud de buscar y
querer ver defectos, en lugar de intentar descubrir lo bueno de los demás,
nunca llegará a la paz interior..., no podrá nunca vivir tranquilo, porque como
nos recuerda sabiamente S. Juan de la Cruz en una de sus cautelas
que es de tremenda actualidad y aplicable en muchas ocasiones al mundo actual,
nos dice que “si quieres mirar en algo, aunque vivas entre ángeles, te parecerán
muchas cosas no bien”, y si esto no se evita nunca se llegará a
alcanzar la paz y bien del alma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario