viernes, 18 de marzo de 2016

Cristo padeció por todos y cada uno de nosotros


CRISTO PADECIÓ POR TODOS 
Y CADA UNO DE NOSOTROS

El pensamiento que más encendía a S. Pablo en el amor a Jesucristo era considerar que no solo murió por todos los hombres en general, sino también por él en particular. Me amó, exclamaba, y se entregó por mí a la muerte. Esto mismo podemos decir todos nosotros, porque, como asegura S. Juan Crisóstomo, “Dios ama con tan entrañable amor a cada hombre en particular como a todo el Universo”. De suerte que, si bien Jesucristo padeció por todos, yo estoy obligado a amarle como si únicamente hubiera padecido por mí.


Si Jesús hubiera muerto únicamente para salvarte a ti, dejando a todos los demás envueltos en la general ruina, ¿cuán grande no debiera ser tu agradecimiento para con Él?; pues has de advertir que le debes estar más agradecido por haber muerto para salvar a todos. Si únicamente hubiera padecido por tu amor, ¿qué género de afición dejaras de experimentar al considerar que tus parientes, tus padres, tus hermanos y amigos se habían de condenar y que después de la muerte habías de vivir separado de ellos eternamente?

¡Amadísimo Redentor mío! Esta obra admirable de caridad habéis llevado a buen término sin que yo os la pidiera; pero no solo me habéis rescatado a mi de la muerte con el precio de vuestra sangre, sino también a mis parientes y amigos, de suerte que, fundadamente, puedo esperar gozar en su compañía de Vos en el Cielo por toda la eternidad. Gracias os doy, Señor mío, y espero dároslas en el Cielo y amaros eternamente en aquella patria bienaventurada.

(El amor del alma, S. Alfonso Mª de Ligorio)

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