lunes, 21 de abril de 2014

Breve historia de la Astronomía (2)

Como vimos en el artículo anterior, en la interpretación primitiva del Universo, la Tierra es plana y el firmamento es una bóveda con estrellas engastadas, que gira una vez al día.

LA ASTRONOMÍA EN LA CULTURA DE LA ANTIGUA GRECIA

Había sin embargo ya un problema lógico importante: ¿Qué ocurría si uno viajase en línea recta? ¿Se encontraría con una barrera de montañas? ¿Qué hay más allá? ¿Se podría atravesar la bóveda celeste y descubrir detrás los engranajes que mueven el firmamento? ¿O se encontraría uno con un borde y se caería? En este caso, ¿qué sostiene a la Tierra sobre ese abismo? Las repuestas a estas preguntas nos las dieron los griegos. Sólo en la cultura griega se dio el modo de pensar que finalmente evolucionó en la ciencia moderna.


Los griegos pensaron en las consecuencias lógicas de la hipótesis de que la Tierra es plana. Si la Tierra fuera plana, desde un punto suficientemente elevado sobre ella, se podría ver, a cualquier distancia, cualquier objeto. Por tanto, desde el océano deberíamos poder ver una montaña de la costa a cualquier distancia en que nos encontremos. Pero los griegos sabían que esto no sucede así: notaban que, al navegar por mar hacia la costa, desde un barco se puede ver claramente la cumbre de una montaña mucho antes de poder ver la base. Luego no es una cuestión de distancia, porque la base está más cerca del barco que la cumbre. ¿Por qué no se puede ver la base a cierta distancia? Porque está oculta tras una colina de agua que habrá que remontar para poder verla. Así pues, el mar no es plano, sino curvo, y como esto ocurre por igual en todas direcciones, es decir, la curvatura es igual en todas direcciones, dedujeron que la Tierra es una esfera.

Este raciocinio solamente se dio en el mundo griego; así, ya en el siglo VII a.C., Tales de Mileto enseñaba a sus discípulos que la Tierra, centro del Universo, es de forma esférica, cosa que demostró de manera formal Aristóteles en el siglo IV a.C. El paso siguiente en el método científico consistía en medir el diámetro de esa esfera. Lo hizo el astrónomo y filósofo griego Eratóstenes en el siglo II a.C., quien, por relatos de viajeros, se enteró de que el día 21 de junio, al mediodía, la luz del sol caía perpendicularmente en un pozo de la ciudad de Assuán, lo que quiere decir que los rayos van siguiendo un radio terrestre. Pero ese mismo día, a la misma hora, la luz del sol caía sobre Alejandría, unos 800 kilómetros al Norte de Assuán, formando un ángulo α que es un cincuentavo de círculo; ángulo que, por geometría, es el mismo que forman los radios que unen el centro de la Tierra con las dos ciudades:


Eratóstenes multiplicó entonces la distancia entre ambas ciudades, en estadios, por cincuenta, obteniendo una circunferencia terrestre de unos 40.000 kilómetros aproximadamente, valor muy cercano al real.

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