jueves, 27 de marzo de 2014

El camino de la vida nº 4


nº 4, por Alfonso González, Médico de familia

OJOS QUE NO VEN, TORTAZO QUE TE PEGAS:
CONÓCETE A TI MISMO

Decíamos ayer, que es importante madurar teniendo a Cristo como modelo en todo, y qué importante es ver la imitación fiel de Cristo.

Ahora vamos a centrarnos en un aspecto fundamental en la vida de toda persona que no es otro que el conocimiento propio, para no equivocarse ni en las expectativas ni en el camino elegido... Todo rato de oración decía Santa Teresa que ha de acabar en un mejor conocimiento propio de nosotros mismos. "Conócete a ti mismo" es la inscripción que se encuentra en el frontispicio del templo de los siete sabios de Grecia y que constituye una de las grandes tareas de la vida te todo hombre, porque realmente el verdadero combate en el camino de la vida y de la santidad es la lucha contra uno mismo.


Vamos a señalar tres medios imprescindibles para el conocimiento propio, útiles sencillos y, en los lugares donde estamos, al alcance de todos: la meditación, las buenas y santas amistades y un buen director espiritual. Son tres pilares sobre los que se fundamenta el edifico de la madurez personal, porque empleados adecuadamente nos hacen crecer con la ayuda de Dios en todo, pero de forma especial en humildad, cimiento de toda vida de virtud.

El gran drama del mundo actual es la carencia de interioridad de las personas. La vida interior, desde el punto de vista meramente psicológico, es esa forma elevada de conversación íntima que cada uno tiene consigo mismo, en cuanto se concentra en sí, aunque sea en medio de la más ruidosa de las ciudades del planeta. El hombre conversa consigo mismo acerca de cualquier cuestión que le preocupa, es una experiencia que todos tenemos.


En cuanto el hombre busca con seriedad y sinceridad la verdad y el bien, esa conversación íntima consigo mismo tiende a convertirse en conversación con Dios, y poco a poco, en vez de buscarse a sí mismo, en lugar de tender consciente o inconscientemente a constituirse en el centro de todo, tiende a buscar a Dios en todo y a reemplazar el egoísmo por el Amor de Dios y amor a las almas. La vida interior propiamente consiste por lo tanto en comenzar a dar oídos a la Palabra de Dios para vivir según ella.

La meditación es mirarse en el espejo del Señor, es conocerse y conocerle, para ir modificando con su gracia, en nosotros, todo lo que no es como Dios quiere.


La vida interior así entendida es en nosotros una cosa mucho más profunda y necesaria que la vida intelectual, que la vida social, que la vida artística... es "la única cosa necesaria".

Y llegados a este punto vamos a realizar una aclaración necesaria; esta vida interior rectamente entendida que se produce en soledad y recogimiento NO es aislamiento. Decía Buda: "el hombre nace solo, vive solo, muere solo", craso error. Cristo dice: "Venid a mí los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré".


Esa vida interior esa vida de relación íntima con el Señor, que es, en primer lugar, una relación personal de amistad, "no es otra cosa la oración, que tratar de amistad estando muchas veces a solas con alguien sabemos nos ama" que decía Santa Teresa de Jesús. No solo es que nos ayuda a mejorar, nos invita a rectificar el rumbo, a pulir, a limar los defectos las imperfecciones, los fallos grandes o pequeños, nos orienta hacia nuestro fin último que es el Cielo, que es la santidad, porque no podemos olvidar que en el Cielo solo hay santos. Por eso la vida interior es la única cosa necesaria que nos transforma la vida y, sabiendo que Cristo enseña al hombre como ser hombre, modela nuestro corazón para hacerlo a semejanza del suyo. Si Cristo es la plenitud del hombre perfecto, nuestro crecimiento personal ineludiblemente pasa por transformar nuestro corazón a semejanza del Señor, para lo que es imprescindible conocerle y amarle, es decir trato con el Señor, imitación de su vida y cambio de nuestros criterios.

Pero si en primer lugar la vida interior lleva a un cambio en la propia vida, no es menos cierto que la consecuencia visible no puede ser otra que la imitación del que todo lo hizo bien y paso sus días en la tierra haciendo el bien, idea que apuntamos, y de la que hablaremos en otro momento.


Pues bien, si para todos necesitamos maestros que nos enseñen, para no errar en el principal camino que es la santidad, la salvación eterna, no va a ser menos, y es ese sacerdote, consejero prudente, sabio y santo que nos muestra todos los peligros y engaños que el Demonio puede ponernos en nuestro camino, es la figura del director espiritual, que es una ayuda inestimable y necesaria para "no vivir tontos”, y lo que es más importante "no morir tontos".

Y para acabar las buenas amistades, uno de los platos fuertes en el banquete de la vida... pero que será otro jueves si Dios lo quiere...

Vida interior, consejo prudente y sanas amistades son una tripleta que nos ayuda a conocernos para no errar en el camino, en las expectativas y para no vivir a lo loco...

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