nº 4, por Alfonso González, Médico de familia
OJOS QUE NO VEN, TORTAZO QUE TE PEGAS:
CONÓCETE A TI MISMO
CONÓCETE A TI MISMO
Decíamos ayer, que es importante
madurar teniendo a Cristo como modelo en todo, y qué importante es ver la
imitación fiel de Cristo.
Ahora
vamos a centrarnos en un aspecto fundamental en la vida de toda persona que no
es otro que el conocimiento propio, para no equivocarse ni en las expectativas
ni en el camino elegido... Todo rato de oración decía Santa Teresa que ha de
acabar en un mejor conocimiento propio de nosotros mismos. "Conócete a ti mismo"
es la inscripción que se encuentra en el frontispicio del templo de los siete
sabios de Grecia y que constituye una de las grandes tareas de la vida te todo
hombre, porque realmente el verdadero combate en el camino de la vida
y de la santidad es la lucha contra uno mismo.
Vamos
a señalar tres medios imprescindibles para el conocimiento propio, útiles
sencillos y, en los lugares donde estamos, al alcance de todos: la
meditación, las buenas y santas amistades y un buen director espiritual. Son
tres pilares sobre los que se fundamenta el edifico de la madurez personal,
porque empleados adecuadamente nos hacen crecer con la ayuda de Dios en todo,
pero de forma especial en humildad, cimiento de toda vida de virtud.
El
gran drama del mundo actual es la carencia de interioridad de las personas. La
vida interior, desde el punto de vista meramente psicológico, es esa
forma elevada de conversación íntima que cada uno tiene consigo mismo, en
cuanto se concentra en sí, aunque sea en medio de la más ruidosa de las
ciudades del planeta. El hombre conversa consigo mismo acerca de cualquier
cuestión que le preocupa, es una experiencia que todos tenemos.
En
cuanto el hombre busca con seriedad y sinceridad la verdad y el bien, esa
conversación íntima consigo mismo tiende a convertirse en conversación con
Dios, y poco a poco, en vez de buscarse a sí mismo, en lugar de tender
consciente o inconscientemente a constituirse en el centro de todo, tiende a
buscar a Dios en todo y a reemplazar el egoísmo por el Amor de Dios y amor a
las almas. La vida interior propiamente consiste por lo tanto en comenzar a dar
oídos a la Palabra
de Dios para vivir según ella.
La
meditación es mirarse en el espejo del Señor, es conocerse y conocerle, para
ir modificando con su gracia, en nosotros, todo lo que no es como Dios quiere.
La
vida interior así entendida es en nosotros una cosa mucho más profunda
y necesaria que la vida intelectual, que la vida social, que la vida
artística... es "la única cosa necesaria".
Y
llegados a este punto vamos a realizar una aclaración necesaria; esta
vida interior rectamente entendida que se produce en soledad y recogimiento
NO
es aislamiento. Decía Buda: "el hombre nace solo, vive solo, muere
solo", craso error. Cristo dice: "Venid a mí los que estáis cansados y
agobiados, y yo os aliviaré".
Esa
vida interior esa vida de relación íntima con el Señor, que es, en primer
lugar, una relación personal de amistad, "no es otra cosa la oración, que tratar
de amistad estando muchas veces a solas con alguien sabemos nos ama"
que decía Santa Teresa de Jesús. No solo es que nos ayuda a mejorar, nos invita
a rectificar el rumbo, a pulir, a limar los defectos las imperfecciones, los
fallos grandes o pequeños, nos orienta hacia nuestro fin último que es el
Cielo, que es la santidad, porque no podemos olvidar que en el Cielo solo hay
santos. Por eso la vida interior es la única cosa necesaria que nos transforma
la vida y, sabiendo que Cristo enseña al hombre como ser hombre, modela nuestro
corazón para hacerlo a semejanza del suyo. Si Cristo es la plenitud del hombre
perfecto, nuestro crecimiento personal ineludiblemente pasa por transformar
nuestro corazón a semejanza del Señor, para lo que es imprescindible conocerle
y amarle, es decir trato con el Señor, imitación de su vida y cambio de
nuestros criterios.
Pero
si en primer lugar la vida interior lleva a un cambio en la propia vida, no es
menos cierto que la consecuencia visible no puede ser otra que la imitación del
que todo lo hizo bien y paso sus días en la tierra haciendo el bien, idea que
apuntamos, y de la que hablaremos en otro momento.
Pues
bien, si para todos necesitamos maestros que nos enseñen, para no errar en el
principal camino que es la santidad, la salvación eterna, no va a ser menos, y
es ese sacerdote, consejero prudente, sabio y santo que nos muestra todos los
peligros y engaños que el Demonio puede ponernos en nuestro camino, es la
figura del director espiritual, que es una ayuda inestimable y necesaria para
"no vivir tontos”, y lo que es más importante "no morir tontos".
Y
para acabar las buenas amistades, uno de los platos fuertes en el banquete de
la vida... pero que será otro jueves si Dios lo quiere...
Vida interior, consejo prudente y sanas amistades son una tripleta que nos ayuda a conocernos para no errar en el camino, en las expectativas y para no vivir a lo loco...
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