“La mies es mucha y los operarios pocos” (Mt 9, 37)
«Muchos en estos lugares no son cristianos simplemente porque no hay quien los haga tales. Muchas veces me vienen ganas de recorrer las Universidades de Europa, principalmente la de París, y de ponerme a gritar por doquiera como quien ha perdido el juicio para impulsar a los que poseen más ciencia que caridad con estas palabras: “¡Ay, cuántas almas, por vuestra desidia, quedan excluidas del Cielo y se precipitan en el infierno!”.
¡Ojalá pusieran en este asunto el mismo interés que ponen en sus estudios! Con ello podrían dar cuenta a Dios de su ciencia y de los talentos que se les han confiado. Muchos de ellos, movidos por estas consideraciones y por la meditación de las cosas divinas, se ejercitarían en escuchar la voz divina que habla en ellos y, dejando a un lado sus ambiciones y negocios humanos, se dedicarían por entero a la voluntad y al querer de Dios diciendo de corazón: Señor, aquí me tienes, ¿qué quieres que haga? Envíame donde Tú quieras, aunque sea hasta la India».
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