jueves, 17 de octubre de 2019

P. José María Iraburu. Blog "Reforma o apostasía"





José María Iraburu, pbro.


Esclavo de los esclavos

En Cartagena, vivía Claver en un cuarto oscuro del Colegio de la Compañía, «el peor de todos», según un intérprete, pero que tenía la ventaja de quedar junto a la portería, lo que le permitía estar listo para el servicio a cualquier hora del día o de la noche. Para su ministerio de atención a los esclavos negros te­nía la colaboración de varios intérpretes negros, Sacabuche, Sofo, Yolofo, Biafara, Maiolo, etc., y sobre todo la ayuda del hermano Nicolás, que es­tuvo con él veintidós años como amigo, colaborador y confidente, y que fue su primer biógrafo, pues su testimonio en el Proceso ocupa unas 180 pági­nas.

En los días más tranquilos, el padre Claver, acompañado de alguno de estos colaboradores, se echaba al hombro unas alforjas, y se iba a pedir limosna –dinero y ropas, frutas y medicinas– para sus pobres negros en las casas señoriales de la ciudad. Allí tuvo muchos amigos, lo que le per­mitió distribuir al paso del tiempo una enorme cantidad de limosnas.

San Padre Claver llegó a Cartagena de Indias en 1610, y trabajó con los esclavos negros hasta 1651, año de su última enfermedad. Y el tráfico de negros, por mandato de la Coro­na española, quedó suspendido entre los años 1640 y 1650. Calcula Angel Rosemblat que en 1650, en toda América, había unos 857.000 africanos, incluyendo en el número a los negros libres; y «según un detallado documento de la época –informa la profesora Vila Villar–, en toda la América española habría hacia 1640, 327.000 esclavos, repartidos de la forma siguiente: México (80.000), América Central (27.000), Colombia (44.000), Vene­zuela (12.000), Región Andina (147.500) y Antillas (16.000) (Hispanoamérica… 226-227).


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