sábado, 11 de mayo de 2019

Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío. San Juan Eudes II





San Juan Eudes    


El divino Corazón de Jesús, horno de amor ardentísimo a su eterno Padre

Infinitas razones nos obligan a tributar al divino Corazón de Jesús nuestras adoraciones y nuestros homenajes, con devoción y respeto extraordinarios. Todas estas razones están incluidas en tres palabras de san Bernardino: «Horno de ardentísima caridad para inflamar e incendiar todo el universo.
Ciertamente este admirable Corazón de Jesús es un horno de amor a su divino Padre, a su santísima Madre, a su Iglesia triunfante, militante y purgante y a cada uno de nosotros en  particular.
Es lo que veremos en los capítulos siguientes. Pero consideremos antes que todo las ardientes llamas de esta hoguera de amor al Padre celestial.
Mas, ¿qué inteligencia podría concebir y qué lengua podría expresar la menor centellita de este amor infinito en que se abrasa el Corazón del Hijo de Dios para con su Padre?
¡Es un amor digno de tal Padre y de tal Hijo! ¡Amor esencial que ama al amor eterno; amor inmenso, incomprensible, infinitas veces infinito, que ama a un amor inmenso, incomprensible, infinitas veces infinito!

Si como hombre o como Dios lo miramos, el Corazón de Jesús arde en ardor a su Padre y lo ama infinitamente más en cada momento que los Ángeles y los santos todos juntos, en toda la eternidad.
Y como no hay mayor amor que dar la vida por el amado, el Hijo de Dios ama tanto a su Padre que por Él sacrificaría aún la suya, como lo hizo en la cruz, y con los mismos tormentos, por amor a su Padre, (si tal fuera el divino beneplácito). Y siendo tan inmenso este amor, entregaría su vida entre dolores por el mundo como ya la entregó desde el Calvario; y siendo eterno, la sacrificaría eternamente y con eternos dolores; y siendo infinito, estaría dispuesto a hacer este sacrificio infinitas veces, si posible fuera, y con infinitos sufrimientos.

¡Oh Padre divino, Creador y conservador del universo, nada hay tan amable como Vos! Porque vuestras infinitas perfecciones y las bondades que abrigáis en vuestro Corazón imponen a todas las cosas que creasteis la obligación de serviros, honraros y amaros con todas las fuerzas.

Y sin embargo nadie en el mundo tan poco amado como Vos, nadie tan ultrajado y despreciado de gran parte de vuestras criaturas: «Me han odiado a mí y a mi Padre, dijo vuestro Hijo Jesús, «y me odian sin motivo, a mí que nunca les he hecho mal alguno, sino al contrario los he colmado de bienes. Porque veo el infierno con innumerables demonios y condenados que os lanzan sin cesar millones de blasfemias, y veo la tierra repleta de infieles, herejes, y falsos cristianos que os tratan como a su mayor enemigo. 

Mas sin embargo, dos cosas me llenan de consuelo y alegría. La primera, que vuestras perfecciones y grandezas, oh Dios mío, sean tan admirables y que os sea de complacencia infinita el amor eterno de vuestro Hijo y todas las obras que con este amor hizo y sufrió para reparar las ofensas de vuestros enemigos, todas las cuales no son capaces, ni lo serán nunca, de menoscabaros ni una  centellita de vuestra gloria y felicidad.
La segunda cosa que me regocija es que, queriendo este Hijo eterno muy amado, en un exceso de su incomparable bondad, ser nuestra cabeza y nosotros sus miembros, nos ha asociado a Él en el amor que os profesa, y por consiguiente nos ha dado el poder de amaros con este mismo amor, es decir con un amor, en cierto modo, eterno, inmenso, infinito.

Para entender esto, mi querido lector, advierte tres cosas: la primera, que siendo eterno este amor de Jesús por su Padre, no pasa, sino que eternamente subsiste y es siempre estable y permanente. La segunda, que, como este amor llena todas las cosas por su inmensidad, está en nosotros y en nuestro corazón. La tercera, que, habiéndonos dado el Padre de Jesús todas las cosas el darnos a su Hijo, este amor del Hijo de Dios hacia su Padre es nuestro, y podemos y debemos usarlo como cosa propia. Esto supuesto, puedo con mi Salvador amar a su divino Padre y Padre mío, con el mismo amor con que él lo ama, es decir con un amor eterno, inmenso e infinito.



No hay comentarios:

Publicar un comentario