martes, 2 de abril de 2019

Cuaresma, cuarta semana





De las cartas de san Francisco de Paula



(...) Huid del mal, rechazad los peligros. Nosotros y todos nuestros hermanos, aunque indignos, pedimos constantemente a Dios Padre, a su Hijo Jesucristo y a la Virgen María que estén siempre a vuestro lado para salvación de vuestras almas y vuestros cuerpos.

Hermanos, os exhorto vehementemente a que os preocupéis con prudencia y diligencia de la salvación de vuestras almas. La muerte es segura y la vida es breve y se desvanece como el humo.

Centrad vuestro pensamiento en la pasión de nuestro Señor Jesucristo que por el amor que nos tenía bajó del cielo para redimirnos; que por nosotros sufrió toda clase de tormentos de alma y cuerpo, y tampoco evitó suplicio alguno. Con ello nos dejó un ejemplo soberano de paciencia y amor. Deponed toda clase de odio y de enemistades; tened buen cuidado de que no salgan de vuestra boca palabras duras y, si alguna vez salen, no seáis perezosos en pronunciar aquellas palabras que sean el remedio saludable para las heridas que ocasionaron vuestro labios; por tanto perdonaos mutuamente y olvidad para siempre la injuria que se os ha hecho. 

El recuerdo del mal recibido es una injuria, complemento de la cólera, veneno del alma, destrucción del bien obrar, ¡gusano de la mente!, motivo de distracciones en la oración, anulación, enajenación de la caridad, espina clavada.

Amad la paz, que es el mayor tesoro que se puede desear; convertíos, pues, con sinceridad. Vivid de tal manera que obtengáis la bendición del Señor, y la paz de Dios nuestro Padre esté siempre con vosotros.



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