miércoles, 20 de marzo de 2019

Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío



El Corazón de Jesús. Temas de meditación. 

R. P. Antonio Royo Marín, O.P. (Apostolado mariano, 1999)



El objeto propio de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús
Vamos a meditar en algo muy santo que no tolera confusionismos. No se trata de una devoción sentimental sino de una piedad viril, recia y sana, llena de contenido teológico. Se trata de algo básico y fundamental en el cristianismo.

Una lección de pedagogía
1. Coged un periódico, que es lo que tendréis más a mano. Echad una ojeada a los anuncios. Imágenes y letreros sugestivos, agradables. El buen comerciante es modelo de amabilidad y de buen gusto.
2. Los sentidos son las ventanas del alma. El hombre se gobierna difícilmente por ideas frías. Cuando elige, resortes invisibles le inclinan a lo verdadero, a lo bello, a lo bueno.
3. Sería temeridad descuidar en el mundo esta ley de nuestra psicología.

El arte de Dios
1. En las cosas divinas ocurre algo parecido. Tampoco cabe prescindir, como norma general, de las leyes humanas.
2. Hay que hacer agradable la virtud, amable el sacrificio, asequible la santidad, si queremos que los hombres nos sigan.
3. Fijaos: Dios se encarnó para salvarnos; se hizo alimento para fortalecer nuestras almas; fundó una Iglesia visible para agruparnos. Eso que a tantos extraña—las distintas advocaciones de la Virgen—no tiene otro fin que hacernos más entrañable y más cercana su presencia.
4. La devoción al Sagrado Corazón es un invento del mismo Cristo para que más fácilmente le amemos.

Un gran acierto de Cristo
1. Oiríais contar la escena del apóstol incrédulo. Cristo se había aparecido a los discípulos después de su resurrección, faltando Tomás. No hubo manera de  convencerle. Hasta que Cristo se apareció otra vez diciendo: “Alarga acá tu dedo, y mira mis manos, y tiende tu mano y métela en mi costado” (Jn 20, 27).
2. Con nosotros ha hecho algo similar. Nos ha mostrado su corazón de carne para que podamos creer más fácilmente en su amor.
3. Quizá fuese este el único medio capaz de atraernos. Habían fracasado las palabras, las reconvenciones, todo.

Obras son amores
1. Cristo sabe de sobra que no convencen los discursos. Y puso en juego sus mejores triunfos como si se tratara de la última partida.
2. Nos abrió su corazón. No cabe mayor muestra de aprecio.
3. Estaba “traspasado y herido por la lanza”. Así no lo contemplaríamos como algo insensible y frío sino vivo y animado. Un corazón de carne –de verdad—semejante al nuestro. Formando un todo con su alma y con su divina persona.

Una devoción que guste a todos
1. Es un error regalar algo desconociendo los gustos del interesado.
2. No es el caso nuestro. Cristo mismo escogió esta forma de honrarle, como un día dictó el padrenuestro para que sus discípulos aprendiesen a hablar con Dios (Mt 6, 9).
3. Son palabras suyas a Santa Margarita María: “Te pido una fiesta particular para honrar mi corazón”.

Símbolo del amor
Una coincidencia: la palabra “corazón” es sinónimo de amor en todas las lenguas. Frases repetidas mil veces: te amo de corazón, te llevo en el corazón, te ofrezco mi corazón. Es un símbolo natural. Quizá responda a una vieja creencia según la cual el corazón sería el órgano del amor, lo mismo que los ojos son instrumento de la visión.

El corazón de Cristo, símbolo de su amor
1. Es el objeto de esta devoción. No nos fijamos precisamente en él como parte del cuerpo unido a la Persona del Verbo, ni como órgano corporal, sino como símbolo del amor que Cristo siente hacia los hombres.
2. Un solo objeto con dos aspectos: sensible –un corazón de carne— y espiritual –que representa de un modo vivo su amor--.
3. Claro que, honrándolo, adoramos la Persona Divina a que está unido inseparablemente, como parte del cuerpo.
4. Jesús lo repitió muchas veces en sus apariciones: “He aquí este corazón que tanto ha amado a los hombres, que nada ha perdonado hasta agotarse y consumirse para testimoniarles su amor”.
5. Palabras de Roma: “Renueva simbólicamente el recuerdo de aquel divino amor, por el cual el Hijo único de Dios tomó la naturaleza humana”.



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