jueves, 14 de febrero de 2019

San Manuel González







             San Manuel González, ob. "La gracia en la educación"


Los educadores pervertidos                    

¡Qué trabajo cuesta a la pluma escribir juntas estas dos palabras: educador y pervertido!, ¡como si escribiera: fuente envenenada, blancura negra… madre asesina de sus hijos…! 

Desgraciadamente, cueste lo que cueste a la pluma escribirlo y al alma dictarlo hay, para ignominia de la pobre familia humana, padres y madres, maestros y jefes y mentores de maestros entregados en alma y vida a pervertir, a corromper cabezas, corazones y costumbres de sus indefensos discípulos. 

Cuando veo puertas y taquillas de cines, teatros y kioscos de todos colores, menos el blanco y el azul de la inocencia, con colas interminables de niños y gente joven y por las calles, paseos y carreteras parejas solitarias de muchachos y muchachas en actitudes y ademanes que levantan sonrojo y asco, no puedo menos de decir: ¡pobres huérfanos abandonados!, ¡pobres niños tirados al arroyo! 
¿Por quién? 

Educadores pervertidos de cabeza y de corazón 

San Agustín ha descrito en dos palabras el proceso de esas perversiones integrales: “Nemo incredulos, nisi impurus”. A la incredulidad no se llega sino por la inmoralidad. La incredulidad es la asfixia de la inteligencia producida por los gases deletéreos que se desprenden de los corazones lujuriosos. ¡Dios mío!, ¡qué plaga de ellos ha caído sobre nuestros niños y jóvenes! 

Las siete plagas de Egipto segando vidas de hombres, animales y plantas, no son ni una sombra del estrago que está produciendo en las almas tiernas esa plaga de maestros y pedagogos que les ha caído, cuya ciencia y cuyo progreso pedagógico parece que lo han puesto en la audacia de decir y hacer ante los niños e inducirlos a decir y a hacer lo más blasfemo, impío, inmoral, antipatriótico y antinatural que concebirse puede. 

Las apariencias 

Bajo un aparato de ciencia, progreso, respeto a la libertad y a las ideas e inclinaciones de los discípulos y sentando como principios errores mandados recoger hace siglos, como la prescindencia de Dios, por no poderse conocer científicamente, la bondad natural en que nace el niño, la moral universal sin dogmas en que se funde, ni sanciones que la hagan observar, al ficción de que el pudor es invento y artificio y otros postulados, más que de la razón, de las pasiones sin razón vienen a caer y a hacer caer a sus discípulos en abismos tenebrosos.



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