Por Paloma Niño y Carmen Baena
ESPAÑA, TIERRA DE MARÍA
Asombra profundamente el pensar que no hay un rincón en España que no se encuentre coronado por una advocación de nuestra Madre, María. Pero si nos detenemos un momento en esta realidad, surge espontáneamente una pregunta: ¿por qué el nombre de María está presente en todos los puntos de España? ¿Qué significa María en la historia de los españoles?
El mismo San Juan Pablo II decía que desde los primeros tiempos del cristianismo aparece en España el culto a la Virgen. Esta devoción mariana no ha decaído a lo largo de los siglos en España, que se reconoce como “Tierra de María”.
Para responder a la pregunta, comencemos por el principio. La devoción mariana tiene sus orígenes en Zaragoza. La Virgen María se apareció sobre un pilar al apóstol Santiago y a un grupo de discípulos, cuando paseaban una noche por la ciudad de Zaragoza.
No pasarán muchos años sin que la firmeza de esta fe se ponga a prueba, y en los tres primeros siglos de nuestra era las viejas ciudades hispanas, demostrando la firmeza de su fe asentada en el pilar, verán anotarse muchos nombres en el catálogo de los mártires españoles.
Años después un Obispo toledano, San Ildefonso, se convierte en un adelantado con la palabra y la pluma, en la defensa de la Virginidad perpetua de María.
Sin embargo, poco después comenzarían los problemas. Poco había de durar la unidad religiosa y política de España. Los cristianos invocan a María en su desigual lucha contra los mahometanos. Toda esa epopeya de la Reconquista se prolonga durante 774 años, desde 718 a 1492, supone una sucesión continua de hechos gloriosos, que al honrar a Santa María va a representar el patrimonio de fe mariana de los españoles.
Dejando atrás reyes importantes como Fernando III el Santo, merece la pena admirar el milagro realizado por la Virgen a favor de Fernando el Católico. Fue atacado el 7 el octubre de 1942 por un asesino que le asestó una cuchillada desde la oreja al hombro. Al sentirse herido exclamó “¡Santa María, sálvame!” y milagrosamente, la herida no fue mortal. Meses más tarde, en la primera visita que hace a Zaragoza, va a arrodillarse ante la imagen de la Virgen del Pilar, y le frece la cadena de oro que llevaba al cuello y que paró a cuchillada asesina.
En Galicia el Santo Prelado San Pedro de Mezonzo compone la Salve Regina, que hoy es una de las oraciones más populares a la Virgen después del Ave María. Un fraile castellano, Santo Domingo de Guzmán, promueve el amor a Santa María con el rezo del Santo Rosario. Y otro valenciano, San Vicente Ferrer, predicó y extendió el rezo del mismo.
El amor de los españoles por María cruza el océano el 12 de Octubre de 1492, al final de una arriesgada navegación llega Santa María al Nuevo Mundo. La fe mariana de los misioneros españoles cuajó bien pronto en aquellas latitudes en oraciones y advocaciones, que sigue siendo Norte y Estrella de los creyentes de aquellos países.
Muchos más: Juan Sebastián el Cano, San Ignacio de Loyola, Juan de Austria en la batalla de Lepanto, San Francisco Javier sembrando el amor de María en el otro extremo de la tierra, en la India y en Japón; todos ellos forjaban la herencia de fe mariana entre los territorios españoles, alcanzando para España el gran título de “Tierra de María”.
Y en los siglos XVII, XVIII y primera mitad del XIX, España promueve la petición a la Iglesia para que proclame dogma de fe la Concepción Inmaculada de María.
San Juan Pablo II pidió a los españoles en Zaragoza que esta devoción mariana nos sirviera como ejemplo y estímulo para el futuro, y como base de partida hacia Dios.
He aquí la aportación de nuestros antepasados, ¿cuál será la nuestra? Luchemos y pidamos a la Virgen para que por todos los siglos nuestra España siga siendo Tierra de María.
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