Nº 15 por Mª Paz Utiel.
El próximo mes de febrero nacerá, D.m., el hermano pequeño de mi ahijado para quien sus padres han elegido el nombre de Bruno. A mí me resultaba chocante hasta que hice una búsqueda y encontré que este santo es de origen alemán y fue nada menos que el fundador de los Cartujos. Aquí os dejo su biografía.
SAN BRUNO
6 de Octubre
Nació en Colonia, Alemania, en el año 1030. Desde joven demostró poseer grandes cualidades intelectuales y especialísimas aptitudes para dirigir espiritualmente a las almas. Ya a los veintisiete años era director espiritual de muchísimas personas importantes. Uno de sus dirigidos fue el futuro Papa Urbano II.
Ordenado sacerdote, Bruno fue profesor de Teología durante dieciocho años en Reims y Canciller del Sr. Arzobispo Gervasio, pero al morir éste le sucedió Manasés, un hombre indigno de aquel cargo, que llevaba una vida disoluta y licenciosa para escándalo de los fieles. No quiso Bruno soportar tamaña indignidad por lo que levantó su voz para exigir al arzobispo que se comportara conforme a su oficio de pastor. Pero Manasés no sólo no le escuchó sino que le despojó de todos sus cargos y tuvo que huir al castillo del Conde Ebal junto con otros compañeros que le apoyaron en su causa. Aprovecharon el concilio de Clermont (1076) para denunciar al indigno arzobispo de Reims, quien arreció la persecución contra Bruno y sus compañeros confiscándoles todos los bienes y haciendo arrasar sus casas.
Dicen que por aquel tiempo oyó Bruno una narración que le impresionó muchísimo. Le contaron que un hombre que tenía fama de ser buena persona (pero que en la vida privada no era nada santo) cuando estaban celebrando su funeral habló tres veces. La primera dijo: "He sido juzgado". La segunda: "He sido hallado culpable". La tercera: "He sido condenado". Y decían que las gentes se habían asustado muchísimo y habían huido de él y que el cadáver había sido arrojado al fondo de un río caudaloso. Estas narraciones y otros pensamientos muy profundos que bullían en su mente llevaron a Bruno a alejarse de la vida mundana y dedicarse totalmente a la vida de oración y penitencia en un sitio bien alejado de todos.
Teniendo todavía abundantes riquezas y gozando de la amistad de altos personajes y de una gran estimación entre la gente y pudiendo ser nombrado Arzobispo de Reims, Bruno renunció a todo esto y se fue de monje al monasterio de San Roberto en Molesmes. Pero luego sintió que aunque allí se observaban reglamentos muy estrictos, sin embargo lo que él deseaba era un silencio total y un apartamiento completo del mundo. Por eso dispuso irse a un sitio mucho más alejado.
San Hugo, obispo de Grenoble, vio en un sueño que siete estrellas lo conducían a él hacia un bosque apartado y que allá construían un faro que irradiaba luz hacia todas partes. Al día siguiente llegaron Bruno y seis compañeros a pedirle que les señalara un sitio muy apartado para poder dedicarse a la oración y a la penitencia. San Hugo reconoció en ellos lo que había visto en sueños y los llevó hacia el monte que le había sido indicado en la visión. Aquel sitio se llamaba Cartuja, y los nuevos religiosos recibieron el nombre de Cartujos.
San Bruno redactó para sus monjes un reglamento que es quizás el más severo que ha existido para una comunidad. Silencio perpetuo, levantarse a media noche a rezar durante más de una hora. A las 5:30 de la mañana ir otra vez a rezar a la capilla otra hora, todo en coro. Y esto lo mismo a mediodía y al atardecer; nunca comer carne ni tomar licores; recibir visitas solamente una vez por año; dedicarse durante varias horas al día al estudio o a labores manuales, especialmente a copiar libros; vivir totalmente incomunicados del mundo... Es un reglamento propio para hombres que quieren hacer gran penitencia por los pecadores y llegar a un alto grado de santidad.
San Hugo llegó a admirar tanto la sabiduría y la santidad de Bruno que lo eligió como su director espiritual y cada vez que podía se iba al convento de la Cartuja a pasar unos días en silencio y oración y a pedirle consejos al santo fundador. Lo mismo el Conde Rogerio, quien desde el día en que se encontró con Bruno sintió hacia él una veneración tan grande que no dejaba de consultarle cuando tenía problemas muy graves que resolver.
Por aquel tiempo había sido nombrado Papa Urbano II, el cual de joven había sido discípulo de Bruno, y al recordar su santidad, su gran sabiduría y su don de consejo lo mandó ir hacia Roma a que le sirviera de consejero. Esta obediencia fue muy dolorosa para él, pues tenía que dejar su vida retirada en La Cartuja para irse a vivir en medio del mundo y sus afanes. Pero obedeció inmediatamente. El Conde Rogerio le obsequió una finca en Italia y allí fundó el santo un nuevo convento con los mismos reglamentos de La Cartuja.
El santo pasó los últimos años entre misiones que le confiaba el Sumo Pontífice y largas temporadas en el convento dedicado a la contemplación y a la penitencia. Su fama de santo era ya muy grande.
Murió el 6 de octubre del año 1101 dejando en la tierra como recuerdo una fundación religiosa que ha sido famosa en todo el mundo por su santidad y su austeridad. Que Dios nos conceda como a él ser capaces de apartarnos de lo que es mundano y dedicarnos a lo que lleva a la santidad.
Fuentes:
www.chartreux.org/es/textos/bruno-historia.php
www.ewtn.com/spanish/Saints/Bruno.htm
www.elalmanaque.com/santoral/octubre/6-10-bruno.htm
No hay comentarios:
Publicar un comentario