lunes, 12 de octubre de 2015

Nº10, A lo loco no se vive mejor


nº 10, por Alfonso González, médico de familia.


A LO LOCO NO SE VIVE MEJOR
                        
            En una ocasión un grupo de alumnos de universidad "discutíamos" con uno de sus profesores, extraordinario, porque no solo enseñaba magistralmente su asignatura sino porque enseñaba a vivir bien, los esfuerzos y sacrificios que precisan la vida de estudiante. Su respuesta fue clara, concisa y directa: "La brújula siempre marca el norte...". Su posteriores palabras fueron: "Siguiente cuestión" y zanjó el asunto sin más explicación.


       En un principio, la respuesta nos descuadró, no llegamos a entenderla, pero pronto comprendimos que nos había dado la clave, no sólo para nuestra vida universitaria, sino para forjar una vida magistral, porque una vida sin rumbo adecuado es una vida totalmente sin sentido, y una vida sin sentido es una vida "echada a perder". Tenemos que saber a dónde vamos y tenemos que elegir el camino adecuado, porque "a lo loco no se vive mejor".

            Si tuviéramos que definir los criterios por los que se rige la sociedad actual serían relativismo y hedonismo.

            Relativismo, que en dos palabras significa que las cosas son del color con que se miren, que no hay verdades absolutas, que cada cual piense y haga lo que quiera, que "no pasa nada", todo es respetable. Relativismo que desemboca indefectiblemente en el escepticismo, en donde nos creemos que es imposible llegar a la verdad de las cosas, mejor que todo valga, así no hay problemas.

            El hedonismo, en donde, la diversión, el placer el gusto propio y lo que me apetece, la comodidad en definitiva, es la norma de conducta, y a esto le llamamos una vida "superguay", hago lo que quiero casi sin limites... es una vida "divertida, sin complejos, moderna, una mentalidad abierta", y tantos calificativos que esconden la palabra egoísmo.

            Nos parece mentira que una sociedad en la que nos llamamos cristianos haya olvidado cual es su brújula, que no es otra que Cristo, "Yo soy el Camino, la Verdad y la vida" (Jn 14,6), "Yo soy la Luz del mundo, el que me sigue no camina en tinieblas" (Jn 8,12). Y como nos enseña que "el que quiera salvar su vida la perderá, pero el que pierda su vida por Mí, ese la encontrará" (Mc 8,35). Nada más lejos del relativismo y el hedonismo la verdadera vida cristiana.

            Pero, si nos fijamos, ¿qué tipo de personas se van formando al amparo del relativismo y del hedonismo? si hubiera que definirlas con una palabra sería la superficialidad.

            A la sombra del relativismo el eje de la conducta de la sociedad no es otro que la moda, lo que se aplaude, lo que va a redundar en alabanzas. Aunque no es el momento ¿qué es la moda? Lo que pasa de moda... es lo más inconsistente, endeble, sin fundamento, lo que hoy se idolatra, mañana se persigue, lo que hoy se aplaude mañana se critica, es la esquizofrenia de la razón, el sin sentido y el absurdo.

            A la sombra del hedonismo nace la idolatría del yo, el individualismo más atroz, en donde tengo que buscar a toda costa el disfrute, el placer, sea como sea, porque hay que ser feliz...
            Y por este camino llegamos a una sociedad totalmente desquiciada que busca con ahínco la felicidad, y cada día se encuentra más vacía y amargada, porque no sabe dónde va y su rumbo está equivocado, cada día más esclava de sus pasiones que turban y enflaquecen la práctica de la vida cristiana. Es la autodestrucción de la propia persona.

            "El que quiera salvar su vida la perderá, pero el que pierda su vida por Mí ese la encontrará". El secreto de la felicidad en esta vida está en las antípodas del egoísmo atroz que preconiza el mundo actual, y claro que todos estamos avisados.

            Hay un axioma que se cumple siempre y que hoy actualmente goza de una actualidad rabiosa, "quien busca la felicidad pierde la fidelidad, quien busca la fidelidad se encuentra de bruces con la felicidad".

            La palabra clave para una vida llena de sentido no es otra que FIDELIDAD... fidelidad en primer lugar al Señor. Hemos de recordar que uno de los apelativos con los que el Señor era nombrado es "El Hijo del Hombre", porque supone el Hombre perfecto, la plenitud de la humanidad. Cristo enseña al hombre como ser hombre. Sus enseñanzas y su vida nos enseñan a vivir bien. Esta es la primera lección de una vida vivida en plenitud, la fidelidad al modelo de Cristo. Paradójicamente el que busca la felicidad en sí misma pierde esta fidelidad, porque la vida que muestra el Señor para nada se asemeja con los criterios que propugna el mundo, y quien pierde la fidelidad pierde la vida.

            "Fidelidad en lo poco, para ser fiel en lo mucho", que nos recuerda el Señor, porque "las diferencias están en los pequeños detalles".  Cuando dejamos de ser fieles en aquello que creemos no tiene importancia por ser un detalle pequeño, se comienza a infiltrar en la vida poco a poco pero con una fuerza impresionante el gran mal de una vida de santidad, la superficialidad, ese barniz de bondad sin fundamento sólido,  porque fundamento sólido es solo el Señor, y comenzamos una vida al principio poco a poco donde la sensualidad, la comodidad, el gusto y amor propio desordenado comienzan a tener carta de ciudadanía; si no se pone remedio se ha comenzado a morir a una verdadera vida cristiana.


            Que nuestra brújula siempre sea el Señor y fidelidad radical, sin medias tintas, contra viento y marea, para no perder la vida, para vivir en plenitud y no vivir vegetando o desquiciado, pero sobre todo para no morir tontos..., porque a lo loco, no se vive mejor y nunca se llegará a buen puerto.

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