lunes, 20 de enero de 2014

La santidad


nº 2, por Alfonso González, Médico de familia.

LA SANTIDAD, ÚNICO CAMINO POSIBLE,
NO ES LO IMPORTANTE, ES LO ÚNICO

«Nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprensibles ante Él, por el amor» (Ef. 3,4)

Toda persona tiene la experiencia de tener unas ansias de felicidad infinita, que no se sacia con ninguna de las cosas que nos ofrece el mundo.


Dios que crea al hombre por amor, le inyecta en el corazón un ansia de felicidad infinita que solo Él puede saciar, como dirá San Agustín: «Nos hiciste Señor para ti, y nuestro corazón permanecerá inquieto hasta que no descanse en ti»; sólo podemos ser felices en la medida que el corazón se sacie del Amor, es una realidad cotidiana de la que todos tenemos experiencia propia y ajena.


Atisbamos a descubrir que una vida cuando está llena de Amor de Dios, es una vida plena, una vida alegre, aún en medio de los sufrimientos más atroces, es una vida que ilumina, que desprende ilusión, gozo, que es afable, exigente con uno mismo, que transmite esa serenidad que da el gozo del bien, que sin pretenderlo es una vida que incluso convierte en "ligera" la vida de las personas a las que se acerca, sin justificar los fallos ni dejar de ser exigente, pero a la vez blanda y comprensiva, mansa y afectuosa con todo el mundo, es una vida que serena y pacifica, es una vida que las acciones más cotidianas las transforma, por el Amor, en obras extraordinarias, es una vida en definitiva, en la que la Gloria de Dios resplandece en el rostro de un hombre.

Por el contrario, una vida donde no hay Amor o donde la primacía no es el Amor, es un vida, siempre amenazada por la contrariedad, por el egoísmo, es una vida lánguida, donde la dificultad se transforma en queja, tristeza y desesperanza, donde incluso en este mundo empezamos a vivir un infierno en la tierra, porque como diría Dostoievski en su obra los Hermanos Karamazov «¿qué es el Infierno?. Yo creo que es el dolor de no poder Amar».

Dios nos elige, porque nos ama, no somos producto del azar, de la casualidad, somos obra del Amor de Dios, y nos crea para la santidad, haciendo de nuestra vida una obra de arte de Amor, porque «el hombre no puede vivir sin amor. Él permanece para sí mismo un ser incomprensible, su vida está privada de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace propio, si no participa en él vivamente». (Redemptor Hominis nº 10)


El hombre que quiere comprenderse hasta el fondo a sí mismo debe, con su inquietud, incertidumbre, e incluso con su debilidad y pecaminosidad, con su vida y con su muerte, acercarse a Cristo. Dios es Amor, única Fuente del Amor y maestro de todo tipo de amor. Separarse de la Fuente del Amor es separarse de la vida, es separarse de la plenitud a la que el hombre está llamado, y es separarse del único camino que merece la pena vivir, por el que merece la pena morir, y que nos hará gozar en la vida eterna del Cielo: La santidad. Por eso, la santidad no es lo importante, es lo único..., porque si «el hombre que vive es la Gloria de Dios, la vida del hombre no es otra cosa que la visión de Dios».

La santidad dice el catecismo es «la perfección de la caridad». Hablar de santidad no es otra cosa, por lo tanto, que hablar del Amor de Dios y del amor a los hombres por amor a Dios.

Cristo, el Camino, la Verdad y la Vida, Luz en las tinieblas y Maestro nos enseña a Amar, y para ello en primer lugar es preciso empeñarse en conocer al Señor, porque es imposible conocerlo y no amarlo, y sobre todo, dejarse Amar por el Señor, para llenarse del Amor de Dios y rebosar e impregnarlo todo de su amor.

La santidad no es sino el esfuerzo continuo, lubrificado por la gracia de Dios de llenarse de Amor de Dios, para rebosarlo al mundo entero, remando contra viento y marea, sin desánimos, ni desilusiones que le dejen a uno a medio camino...

La santidad no es otra cosa que vivir muriendo a todo por Amor de Dios, para dar vida a todo con el Amor de Dios.

¿Pero esto es hoy posible? ¿Pero cómo se puede llegar? ¿Pero...?

En el próximo número, más…

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